viernes, 16 de marzo de 2007

Ocampo: "yo soy de los que se quiebran pero no se doblan".

145

México, Octubre 27, 1855.

Como me explicó de plano Comonfort que la revolución seguía el camino de las transacciones (sic) y como yo soy de los que se quiebran pero no se doblan, dejé el ministerio. La casera pedía las llaves y yo, que me encontraba sin título para retenerlas, las entregué. Dudo mucho que con apretones de mano, como Comonfort me dijo que había apaciaguado a México y se proponía seguir gobernando, pueda conseguirlo, cuando yo creo que los apretones que se necesitan son de pescuezo. El tiempo dirá quién se engañaba.
[Pola, t. II, p. 373].

Obras Completas de Don Melchor Ocampo, Tomo IV. Raúl Arreola Cortés.

Ocampo: MIS QUINCE DIAS DE MINISTRO (Renuncia)



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MINISTERIO DE RELACIONES INTERIORES Y EXTERIORES.

Excelentísimo señor:

Cuando, nombrado confidencialmente por Vuestra Excelencia, Ministro de Relaciones, e invitado para formar el gabinete, hice presente la ignorancia inculpable en que me hallaba sobre la situación de los hombres y las cosas. Vuestra Excelencia se dignó insistir en sus órdenes hasta el punto y en términos de que hubiera sido necesario no ser hombre para rehusar por más tiempo el servirle. Pasados, pues, tres días, acepté el nombramiento oficial; la grande y vital necesidad que yo veía en aquellos momentos era que el gobierno prontamente apareciese organizado.

Ahora comienzo ya a comprender la situación, y por las últimas y muy dilatadas conferencias que he tenido con el señor Ministro de la Guerra, he sabido entre otras cosas, el verdadero camino que sigue la presente revolución. Yo lo suponía ya, pero no puedo dudarlo cuando el mismo señor Ministro me lo ha explicado. Entonces, y muy detenida y fríamente, hemos discutido nuestros medios de acción, y yo he reconocido que son inconciliables, aunque el fin que nos proponemos sea el mismo.

Suponiendo ambos sistemas de medios igualmente acertados, como sin duda son igualmente patrióticos, hay de la parte del señor Ministro de la Guerra los antecedentes de poseer toda la tradición y el espíritu del plan de Ayutla, no menos que acabar de sellar con largos y muy meritorios sacrificios su decisión parla causa de la libertad.

Como en la administración los medios son el todo, una vez que se ha conocido y fijado el fin, he creído mi deber, llegado como he al terreno de las imposiciones, separarme del Ministro de Relaciones, reconociendo que no esta mi ocasión de obrar, porque yo no entraré en ese camino, y porque la naturaleza misma de lo adelantado que se está impide ya separarse de él.

Así, pues, espero que Su Excelencia, haciéndome la justicia de creer que he tomado una resolución invariable, y que la apoyo en mi convicción y mi conciencia, se dignará, como rendidamente se lo suplico, aceptar mi renuncia de la cartera que me había confiado.

Conviene que Su Excelencia sepa, y aprovecho la ocasión de repetirlo, que en mí liene un amigo apasionado, y que no por llenar las fórmulas de la urbanidad, sino por desahogar mi corazón, le pido acepte, con mi gratitud por sus bondades, mi más estrecha adhesión y mis respetos.

Dios y Libertad. Cuernavaca, octubre 20 de 1855.

M. Ocampo.

[INAH, 50-0-3-23].

Obras Completas de Don Melchor Ocampo, Tomo IV. Raúl Arreola Cortés.

Ocampo: MIS QUINCE DIAS DE MINISTRO (Nombramiento)



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Ejército Restaurador de la Libertad.

GENERAL EN JEFE.

Electo Presidente interino de la República por la Junta de representantes, he tenido a bien nombrar a usted mi Secretario y Ministro de Relaciones, y penetrado de su patriotismo, no dudo se resolverá usted a prestar los importantes servicios que de su providad e instrucción exije el estado actual de la República.

Protesto a usted las consideraciones más distinguidas de mi particular estimación.

Dios y Libertad. Cuernavaca, Octubre 6 de 1855.

Juan Álvarez.

Señor don MELCHOR OCAMPO.

[INAH, 50-A-23-6].

Obras Completas de Don Melchor Ocampo, Tomo IV. Raúl Arreola Cortés.

Ocampo: MIS QUINCE DIAS DE MINISTRO (Carta de Juárez)


134

Señor don Melchor Ocampo.

Chilpancingo, Septiembre 10 de 1855.

Mi muy querido amigo y Sr.

Aproveche estos momentos en que el señor Álvarez le escribe al señor Vidáurri y a usted para poner esta carta con el fin de saludarlo.

Sabrá usted que después de la fuga de Santa Anna la guarnición de México se pronunció y nombró Presidente de la República a Carrera. Todo ha sido una farsa para seguir dominando el país y burlarse de su revolución. El señor Álvarez no ha querido entrar en contestaciones oficiales con el tal Presidente, no obstante las comisiones que han venido a quererlo persuadir de la legitimidad de Carrera. Hay un desconocimiento general de semejante gobierno.

Pasado mañana sigue el señor Álvarez su marcha con todas las tropas de este rumbo, con el fin de hacer efectivo el plan de Ayuda estableciendo el Gobierno 'que debe desarrollar el programa de la revolución. El señor Álvarez desea la concurrencia de los principales jefes de la revolución yde las personas notables por su saber y patriotismo para que las cosas se arreglen de la mejor manera.

El señor Álvanez le escribe a usted en este sentido, lo mismo que nuestro amigo amigo el señor Arriaga, a quien suplico a usted salude a mi nombre pues no me es posible escribirle ahora. Muy interesante es la presencia de ustedes y por mi parte les suplico que no pierdan momento en su marcha.

En Morelia se ha hecho la farsa que en México, y Carrera nombró Gobernador a don Gregario Cevallos; pero las fuerzas nuestras están en las inmediaciones y muy pronto habrá el verdadero cambio que conviene. Casi lo mismo se ha hecho en Oaxaca pues con muy pocas excepciones se hallan en la administración egoístas que hubieran celebrado nuestra fusilada.

Si estuvieren aun por ese rumbo mis paisanos Calderón y Fagoaga salúdemelos, lo mismo que a Cepeda, Gómez y el señor Montenegro.

Mil expresiones afectuosas a Josefita, y ordene usted lo que guste a su invariable amigo que decea verlo y atento besa su mano.

Benito Juárez.

[INAH, 50-J,5-20].

Obras Completas de Don Melchor Ocampo, Tomo IV. Raúl Arreola Cortés.

Ocampo: MIS QUINCE DIAS DE MINISTRO



Vencido el general Santa Anna por sus desaciertos y por la tenacidad de sus opositores, abandonó el poder que tanto amaba, para no regresar a él jamás. Había sido su última aparición en el escenario político de su país, en el que fue por muchos años una primera figura.

Los vencedores se reunieron en Cuernavaca y acordaron que el general Juan Alvarez fuera Presidente interino, en tanto se convocaba el Congreso constituyente, se aprobaba la nueva Constitución y, con apego a ella, se elegía el Presidente de la República.

El general Alvarez nombró inmediatamente a sus Ministros: Melchor Ocampo, de Relaciones; Benito Juárez, de Justicia, Negocios Eclesiásticos e Instrucción Pública; Miguel M. Arrioja, de Gobernación; Guillermo Prieto, de Hacienda; Ponciano Arriaga, de Fomento; y el general Ignacio Comonfort, de Guerra.

En este gabinete predominaban los liberales radicales o "puros", como empezaba a llamárseles; sólo el general Comonfort pertenecía a la tendencia moderada, pero tenía el poder de las armas que acababan de triunfar sobre el ejército santanista. Esta circunstancia equilibraba las fuerzas en el gabinete.

El general Comonfort era un liberal honrado y decidido, pero no creía en la conveniencia de aplicar medidas radicales en la:administración del país; abrigaba serios temores de que, al afectar intereses de la Iglesia, el ejército y los terratenientes, estos volvieran a las vías de hecho y se ensangrentara de nuevo el suelo patrio.

Los liberales "puros" tenían los mismos temores, pero estaban convencidos de que era preciso ir al fondo de las causas, atacar los problemas en su raíz, y enfrentarse en las consecuencias que pudieran presentarse. "Más vale una guerra que diez" , decían; y se disponían al combate frontal.

Melchor Ocampo representaba en aquellos momentos las ideas más radicales. Estaba impaciente de dar la pelea definitiva, y no aceptaba ninguna dilación y mucho menos la transacción con el enemigo, en ningún punto. ¿Y cuál era el enemigo? Ya lo había declarado en numerosas ocasiones: el clero, el ejército, los terratenientes y la burocracia.

El Ministro de la Guerra propuso que el Consejo se reestructurara para dar cabida a representantes del clero, que "garantizaran" los intereses de la Institución. Aquello pareció inaudito, inconveniente e impolítico a los demás Ministros, sobre todo a Ocampo, quien tuvo una discusión muy áspera con el general.

Definidos los campos, no quedaba sino escoger entre la transacción o la firmeza. El gabinete pudo haber superado la crisis con una votación; pero tal parece que el mismo Presidente Álvarez se inclinaba por las opiniones de Comonfort, y Ocampo presentó su renuncia.

Sus compañeros del grupo liberal radical pretendieron disuadido de su resolución, pero él se mantuvo firme. Todavía se discutieron los términos de su renuncia; se quería que no expresara los veraderos motivos para no provocar desconcierto en la opinión pública, pero tampoco lograron que Ocampo modificara los términos.

"Ahora comienzo ya a comprender la situación, y por las últimas y muy dilatadas conferencias que he tenido con el Sr. Ministro de la Guerra, he sabido entre otras cosas, el verdadero camino que sigue la presente revolución. Yo lo suponía ya, pero no puedo dudado cuando el mismo Señor Ministro me lo ha explicado. Entonces, y muy detenida y fríamente, hemos discutido nuestros medios de acción, y yo he reconocido que son inconciliables, aunque el fin que nos proponemos sea el mismo" .

Algunos de sus compañeros no estaban conformes con su separación, o querían acompañado en la renuncia. Escribió juárez: "El señor Prieto y yo manifestamos también nuestra determinación de separamos; pero a instancias del señor Presidente y por la consideración de que en aquellos momentos era muy difícil la formación de un nuevo gabinete, nos resolvimos a continuar" .

Como apareciera en la prensa una afirmación peregrina: que el general Comonfort era partidario de "las primitivas tendencias de la revolución", para que no se creyera que Ocampo había salido del gabinete por oponerse a esas tendencias, publicó un opúsculo con el nombre de Mis quince días de Ministro. Este documento resulta, sin hipérbole, un testimonio fundamental para la historia de este periodo. Con gran agudeza política, Ocampo examina las posiciones de los partidos en la sociedad mexicana. Conservadores y liberales, puros y moderados, clero y ejército, acaudalados y proletarios, en pugnas internas, en un periodo definitivo de la nación.

La intransigencia de Ocampo había sido manifestada antes, en otros actos de su vida. Cumplía con su apotegma estoico: "Me quiebro pero no me doblo". Un carácter, una lección, la defensa de un programa de reformas, una posición vertical ante la simulación y las transacciones con el enemigo.

Obras Completas de Don Melchor Ocampo, Tomo IV. Raúl Arreola Cortés.

Ocampo: LA REVOLUCION DE AYUTLA (Carta de Juárez a Ocampo)



129

Señor don Melchor Ocampo.

Acapulco, Agosto de 1855.

Mi muy estimado amigo y señor:

Tal vez cuando usted reciba esta carta habrá caído don Antonio, según lo hace presumía el aspecto imponente con que cada día se presenta la revolución. Antes de anoche se recibió aquí la noticia del pronunciamiento de Puebla, Orizaba y Córdova, y se espera de un momento a otro el de Veracruz y Oaxaca.

Don Plutarco González debe estar ocupando Toluca. Santa Anna está reconcentrando sus fuerzas en la capital. El general Álvarez va a mover las suyas para obrar en combinación con las de Puebla. Ya verá usted que, aún cuando el héroe se resuelva a resistir hasta el último extremo en la ciudad de México, lo que dudo mucho, al fin sucumbirá.

Si usted, los señores Arriaga y Mata y los demás amigos pudieran emprender su marcha para aquí, sería muy oportuno para que la revolución tuviera el mejor desenlace, si la capital es ocupada por las fuerzas pronunciadas, antes, antes que se acerquen las de la frontera. Este deseo no es mío solamente, sino de todos los jefes de este rumbo incluso el señor Álvarez. Suplico a usted piense sobre este negocio que es muy interesante a la causa de la libertad.

Tenga usted la bondad de dar mis afectuosas expresiones a Josefita, de saludar a los señores Arriaga, Mata, Montenegro y demás amigos que estén en esa ciudad, y de ordenar lo que guste a su amigo afectísimo que desea verlo y besa su mano.

Benito J uárez.

[INAH, 50-J-5-19].

Obras Completas de Don Melchor Ocampo, Tomo IV. Raúl Arreola Cortés.

Ocampo: LA REVOLUCION DE AYUTLA. (El Triunfo)

Juan Álvarez

128


Ejército restaurador
de la Libertad.
General en jefe.

Señores don Melchor Ocampo y don José
María Mata, Presidente y Secretario de la
Junta Revolucionaria Mexicana.
Brownsville.

Me he impuesto con suma satisfacción de la comunicación oficial de fecha 4 de junio del presente año en que, por acuerdo de la Junta establecida para impulsar la revolución en esa frontera, se sirven ustedes participarme la toma de la ciudad de Monterrey, capital del Estado de Nuevo León, por sus fuerzas de la milicia nacional, pronunciadas en Villa Aldama al mando del señor don Santiago Vidaurri; el pronunciamiento de la Villa de Guerrero, del Estado de Tamaulipas; el de la capital del mismo, por sus fuerzas que la guarnecían; y todos los demás pormenores que dan a conocer el estado que guardaba la revolución en esa frontera hasta aquella fecha.

De la misma manera me he impuesto que la referida Junta, organizada para impulsar la revolución en esos Estados, quedó constituida formalmente el día 22 de mayor próximo pasado, habiéndose obtenido por sus esfuerzos que se haya hecho la revolución en todo el Estado de Nuevo León y en la parte del norte del de Tamaulipas, contándose hasta principios de junio sobre la línea del Bravo quinientos hombres que debían ser reforzados dentro de muy pocos días.

Finalmente, quedó impuesto con verdadera complacencia, que esa patriótica Junta se propone, como uno de sus principales objetos, procurar por cuantos medios estén en su poder, que se conserve no sólo la unidad nacional sino también la unidad de la revolución, a fin de evitar que las distinas facciones que se vayan sustrayendo del yugo de la tiranía, se separen de los puntos que son esenciales para la organización y regeneración del país, y que se produzca la anarquía y la debilidad del partido republicano, lo que daría por resultado el triunfo de los jurados enemigos de la independencia y libertad de la patria.

La rapidez con que ha cundido la revolución en los Estados de la frontera, los brillantes triunfos que ha obtenido, la uniformidad de sentimientos que se advierte en sus promovedores para reconquistar la libertad y afianzar la independencia nacional, los progresos que hacen nuestras armas en el Estado de Michoacán, en el de México, en Tehuantepec y en otros puntos de la República, y sobre todo el establecimiento y organización de esa Junta, compuesta de personas de notorio patriotismo, con el noble y sano objeto de conservar la nacionalidad de la República y la unidad de la revolución, todo, todo me llena de la más dulce satisfacción y me hace presagiar el próximo y completo triunfo del movimiento nacional iniciado en Ayutla en el año anterior.

Pronto tendré el gusto de participar a la Junta el movimiento que me propongo hacer de las fuerzas de este Estado sobre las del enemigo, a fin de que, llamada fuertemente su atención en distintos puntos, se vea estrechado a dividir sus tropas, lo que producirá infaliblemente su derrota y la completa victoria de la revolución.

Remito números del Restaurador, para que la Junta se imponga de los últimos triunfos que han alcanzado nuestras fuerzas en este Estado y en el de México.

Sírvanse ustedes dar cuenta con esta contestación a esa patriótica Junta y hacerle presente, al mismo tiempo, mi gratitud por las consideraciones que me dispeñsa, así como mis más sinceras felicitaciones por su instalación y por los brillantes resultados de sus trabajos, y aceptar las seguridades de mi particular aprecio y distinguida consideración.

Dios, Libertad y guerra al tirano. Texca, agosto 4 de 1855.

J. Alvarez.

[INAH, 50-A-23-4].

Obras Completas de Don Melchor Ocampo, Tomo IV. Raúl Arreola Cortés.

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