martes, 7 de septiembre de 2010

Sin trabajo

Sin trabajo, 45% de jóvenes en México que no estudian: OCDE

En su 'Panorama de la Educación 2010', refiere que invertir en educación es hoy más importante que nunca, ya que por alumno de educación primaria se destinan 2 mil dólares, mientras el promedio del organismo es de 6 mil 741.

La Jornada en línea
Publicado: 07/09/2010 13:29

México, DF. El 45 por ciento de los jóvenes de entre 15 y 19 años en México que no estudia tampoco trabaja, aseguró la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en su Panorama de la Educación 2010, y lamentó que el gasto por alumno en educación en el país siga siendo muy bajo.

“Invertir en la educación hoy es más importante que nunca”, señaló el organismo en la presentación del estudio realizado en 2008 y en el cual se reitera que México es el país con menor gasto por alumno de los 30 países de la OCDE.

La crisis económica reciente “afectó principalmente a los jóvenes con un nivel de educación bajo, generando un aumento de cerca de cinco puntos porcentuales de la tasa de desempleo entre 2008 y 2009 para los alumnos que no completaron los estudios de preparatoria”, indicó.

Pero “la situación de los jóvenes de 15 a 19 años afuera del sistema educativo es aún más preocupante, ya que cerca del 45% estaban desempleados en 2008 o no formaban parte de la fuerza laboral”, refirió.

Aunque el organismo refirió avances y aseguró que México “toma decisiones de gasto relativamente eficientes”, también exhortó al país a dar un uso más eficiente a los recursos.

“Más del 90% de los gastos es consumido por el personal, dejando poco margen de maniobra para otros recursos educativos”, indicó.

El estudio especifica que la inversión educativa en México alcanza dos mil 11 dólares por alumno de educación primaria comparado con un promedio de 6 mil 741 dólares en los países de la OCDE.

La inversión para educación secundaria es México asciende a 2 mil 136 por alumno contra un promedio de 8 mil 267 de la organización.

"En comparación, los alumnos de educación superior obtienen 6 mil 971 dólares por estudiante, cuando los demás países del organismo destinan 12 mil 907", se detalla.


Fernando del Paso/ I
















L

as religiones pueden definir qué clase de conducta sonpecado, pero no están facultadas para establecer qué debe o no ser considerado como delito.

Es a la Iglesia, o poder espiritual, a la que corresponde castigar o perdonar el pecado, y al Estado, o poder temporal, al que corresponder juzgar y castigar el delito y considerar los atenuantes o agravantes de su comisión. Pero no le corresponde perdonarlo.

La Iglesia, si quiere, puede perdonar el o los pecados de un asesino, un narcotraficante o un pederasta. El Estado no obliga a la Iglesia ni a condenar, ni a castigar esta clase de transgresiones. Sí le exige, en cambio, que entregue a la justicia civil a todo aquel ciudadano cuyo pecado constituya un delito, para que se le juzgue con todo el peso –y la bondad– de la Ley.

Cuando la Iglesia se niega a hacerlo con la excusa del secreto de confesión, y de hecho siempre lo hace, el sacerdote y con él la Iglesia entera se transforman en encubridores, en cómplices del delito.

II

El laicismo y la libertad

La diferencia entre pecado y delito es una de las tres principales características del laicismo, tal como las plantea el brillante filósofo español Fernando Savater en su libro La vida eterna. Las otras son:

La segunda: “En la sociedad laica tienen acogida las creencias religiosas en cuanto derecho de quienes las asumen, pero no como deber que pueda imponerse a nadie”.

Esto quiere decir que, en un régimen laico, como el nuestro, el Estado se erige en protector de todaslas religiones, concede a todos sus ciudadanos la libertad ejercer cualquiera de ellas y, al mismo tiempo, no puede imponer ninguna religión sobre las demás. De esta libertad goza incluso el presidente de la República, que puede ser católico, protestante, judío o ateo. Sólo se le pide, en caso de ser religioso, que practique su fe con discreción. Y así, con una sola y lamentable excepción, lo han hecho, desde hace más de medio siglo, los presidentes mexicanos que han sabido respetar al laicismo como una de las conquistas del estado democrático...

La tercera. Dice Savater:

“En la escuela pública, sólo puede resultar aceptable como enseñanza loverificable –es decir, aquello que recibe el apoyo de la realidad científicamente contrastada en el momento actual– y lo civilmente establecido como válido para todos: los derechos fundamentales de la persona constitucionalmente protegidos”.

En otras palabras, el Estado se reserva el derecho a impartir una educación no religiosa sobre bases científicas. La responsabilidad de la Iglesia es la de impartir la enseñanza religiosa, así ésta se base en milagros y dogmas. Tiene toda la libertad de hacerlo.

El Estado laico mexicano no le prohíbe a la Iglesia católica la enseñanza de la religión. No le prohíbe, a ningún padre de familia, que le enseñe a sus hijos a ser católicos. México siempre ha permitido la enseñanza religiosa en las escuelas privadas.

Y, si se alega que sólo los niños de padres en buenas condiciones económicas pueden asistir a las escuelas privadas, la Iglesia católica tiene en México la absoluta libertad –como la tienen todas las otras iglesias– de proporcionar enseñanza religiosa a los niños de familias con escasos recursos pecuniarios en los días y horarios que no interfieran con los de las escuelas públicas, y en los locales que disponga.

Aunque si éste fuera el caso, y la Iglesia asumiera en pleno la misión y la responsabilidad de instruir a esos niños en los principios religiosos y asegurar así su incorporación al rebaño del Señor, uno no podría dejar de preguntarse: ¿cuántos padres de familia dejarían ir solos a sus hijos a las clases de catecismo impartidas por un sacerdote célibe?


III

Contra la naturaleza

La revista católica mexicanaSemanario expresó la semana pasada que la adopción de niños por parejas del mismo sexo es un atentado contrala naturaleza, la familia y los niños.

No es así. La adopción de un niño o una niña huérfanos por una pareja homosexual no atenta contra la naturaleza. No existe en la naturaleza ninguna ley que impida o condene la protección que un ser humano desee otorgar a otro ser humano.

Tampoco atenta contra la familia: tiene, por lo contrario, la intención de dar una familia al adoptado.

Por último, no atenta, tampoco, contra ningún niño: tiene el objetivo de cobijarlo contra la orfandad, el abandono, la prostitución, la miseria. Y, si esa pareja está formada por dos católicos o dos católicas, el propósito, también, de educarlo en la religión y que aprenda, así, a amar a Dios.

Lo que va contra la naturaleza es el celibato sacerdotal. Cada vez que un hombre descarga su esperma, éste vuelve a acumularse y, en pocos días, su naturaleza exige una nueva expulsión. No son muchas las formas en que un sacerdote adulto puede satisfacer esta exigencia: 1) mediante la masturbación, que para la Iglesia es un pecado, pero que no es un delito para el poder civil: b) mediante la relación sexual con consenso mutuo con una mujer adulta, que también para la Iglesia es un pecado –violación del celibato–, y que tampoco para el poder civil es un delito c); mediante la relación sexual con consentimiento mutuo con otro hombre adulto –por ejemplo, otro sacerdote–, que, una vez más, es considerada por la Iglesia como un pecado, pero que no está catalogada como un delito por el poder civil.

Y d) mediante la pederastia, que es considerada como un pecado por la Iglesia y, por el poder civil, como undelito grave.

El celibato sacerdotal va, también, contra la Ley Divina. Las órdenes del Señor, en el primer libro de la Biblia, el Génesis, son muy claras: Creced y multiplicaos. Estas órdenes, dirigidas a todos los futuros seres humanos sin excepción, han sido desobedecidas durante siglos por la Iglesia católica desde que inventó, en el siglo XI –o sea más de mil años después del nacimiento de Cristo– un celibato que Dios Padre nunca predicó ni ordenó: de haberlo hecho, la humanidad no hubiera existido. Otra cosa fue el enredo inventado por la Iglesia, que identificó el primer acto destinado a cumplir esa orden: la primera relación sexual entre Adán y Eva, con el pecado original. Las mentes puritanas nunca han sido capaces de concebir que Dios le otorgue al ser humano un placer sin que vaya aparejado, en calidad de cobro, el castigo correspondiente.

Si el celibato desapareciera, los sacerdotes no homosexuales –que presumo son la mayoría– podrían forma parejas heterosexuales capaces de salvar de la indigencia y la derelicción a numerosas criaturas, y llenarlos de amor y bendiciones. Y, para cumplir con la orden del Señor, los sacerdotes casados podrían además engendrar a sus propios hijos. Debe haber millones y millones de niños que duermen, en espera de nacer, en el vientre de la Eternidad. Que los traigan, pues, al mundo, en el seno de una pareja heterosexual aquellos que más abogan por el bienestar y la felicidad de la infancia.

El Estado laico no necesita el perdón de Dios, porque no atenta ni contra Dios ni contra la Iglesia. No atenta contra los fieles: protege su libertad. Protege su libre elección O, en otras palabras, protege el libre albedrío, cuya existencia fue confirmada por Santo Tomás de Aquino en la Summa Theologica.