domingo, 30 de marzo de 2008

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Universal: PEMEX


Petróleo ¿para quién?

Jorge Zepeda Patterson
El Universal
Domingo 30 de marzo de 2008
Quizá sea inevitable la apertura de Pemex al capital privado si deseamos evitar una crisis energética al mediano plazo. Pero no podemos abrazar tal alternativa sin que antes el país haga un balance del negro historial de privatizaciones y tráfico de influencias que el proceso ha dejado a lo largo de 30 años.
Se ha querido colocar al país en una supuesta encrucijada: continuar con el estatismo inoperante que reina en Pemex o recurrir a “la apertura modernizadora” del capital privado y extranjero que brindará a los mexicanos el tesoro escondido en el subsuelo. Una dicotomía falsa, a mi juicio, porque de los males del estatismo no necesariamente se desprenden las bondades de la privatización en algunas de sus modalidades.
Al menos no sin antes explicar cómo se evitaría la historia recurrente de abusos y privilegios que suele traer consigo la entrada del capital privado en la escena pública. El gobierno no puede actuar como si el rosario de privatizaciones que inició Salinas hace 30 años hubiese sido una historia de mieles y rosas. Sin duda arrojó beneficios importantes en algunas áreas de la economía y mejoró la competitividad en los mercados internacionales. Pero también disparó la desigualdad a niveles históricos. No es casual que los multimillonarios mexicanos hayan crecido como la espuma en las listas de Forbes.
El problema de fondo es que el Estado mexicano ha sido incapaz de controlar el tráfico de influencias, los beneficios extraordinarios por información privilegiada, el manotazo de los poderosos, una vez que abre un recurso o un territorio al mercado. Desde la entrega de Telmex a Slim hace más de tres décadas, hasta las licitaciones de construcción del aeropuerto o la magna biblioteca de los últimos años, o los contratos de Kahwagi en la Lotería Nacional en estos meses, los hechos muestran que no hay manera de impedir una transferencia desleal a unos pocos, con cargo al resto de los mexicanos.
No hay ninguna garantía de que el descalabro que representó el rescate bancario o carretero no vuelva a repetirse. Los causantes de esa brutal debacle financiera son hoy algunos de los hombres más ricos y poderosos del país. Gracias a la complicidad de las autoridades pudieron devastar la economía de sus empresas y, al mismo tiempo, enriquecerse de manera ilimitada.
El gobierno mexicano se encuentra en una situación mucho más vulnerable frente a los grandes grupos de poder económico que en tiempos de Salinas. No sólo porque los políticos dependen ahora del dinero y los medios de comunicación de estos poderosos para ganar las elecciones y gobernar, sino también porque los intereses del capital privado han instalado sus propios operadores en el sector público (son miembros de comisiones claves en el Poder Legislativo, dominan los organismos destinados a controlarlos, poseen personeros en el gabinete económico).
Las cacareadas comisiones de competencia, los mecanismos de rendición de cuentas o el endurecimiento de las normatividades para las licitaciones sin duda están allí. Pero sólo se aplican al empresario mediano y pequeño, no a los Salinas Pliego o los Azcárraga, capaces de fundir la carrera de un secretario de Estado o poner en aprietos al mismo Felipe Calderón. ¿Alguien tiene duda de que la entrega de permisos a la televisora para abrir casas de juego no fue el resultado de un arreglo político en las más altas esferas? ¿Quién nos asegura que no habrán de operar en Pemex semiprivatizado los mismos mecanismos que llevaron al gobierno panista a aprobar una ley de medios que entregaba el futuro a Televisa? (ley detenida simplemente por la presión de la opinión pública).
No es mala la opción la que permite a los inversionistas particulares generar electricidad y aliviar la carga de la CFE. Pero todavía no pueden encontrar la manera de evitar que Kamel Nacif se haga de los contratos de varios municipios de Veracruz, en condiciones ventajosas, gracias a su influencia con el gobernador, luego de los aportes a su campaña.
El problema no es que haya empresarios muy ricos que participen en la esfera pública y contratistas del gobierno con amplios márgenes de ganancia. El problema es que parte de esos márgenes extraordinarios son de naturaleza indebida, resultado de la capacidad de estos grupos para distorsionar a su favor la corrupción oficial y la fragilidad política del gobierno.
Otros colegas han abordado los errores del gobierno en la promoción de esta reforma energética que nació fallida: la falta de operadores, el nombramiento de Mouriño en Gobernación y su designación como impulsor de esta reforma, la pobreza de la estrategia de comunicación. Yo añadiría un factor adicional: la falta de imaginación para ofrecer modalidades que permitan sanear la incorporación del capital privado.
La estructura actual de Pemex es inviable. Luego de 70 años, la paraestatal es un dinosaurio incapaz de insertarse eficientemente ante las exigencias que impone la globalización y los retos tecnológicos. Pero hay razones fundadas para desconfiar de la intervención de la iniciativa privada en los asuntos públicos.
Felipe Calderón no tiene derecho a colocar al país contra la pared, con el pretexto de elegir entre la privatización o la crisis energética. Si la única salida de Pemex está fincada en la incorporación de capital fresco, entonces el Presidente está en la obligación de garantizar mecanismos que permitan neutralizar los errores del pasado. Pretender que tales errores no existieron nos lleva a sospechar de simplismo e ingenuidad por parte de Calderón o, de plano, en su complicidad para con los futuros beneficiarios de esta apertura.
www.jorgezepeda.net
Economista y sociólogo

Cartón: Hernández


Jornada: Arnaldo Córdova


Arnaldo Córdova
El PRD hoy y Cárdenas
Cuando leí la carta de Cuauhtémoc Cárdenas a los miembros del PRD, del 21 de marzo, no sabía si llorar o reír. Debo decir que yo tengo una relación de amistad con Cárdenas desde hace más de cuatro décadas. Siempre nos hemos tratado con afecto, pero nunca hemos coincidido políticamente. Yo jamás estuve de acuerdo con sus métodos de dirección del partido y se lo hice saber desde el principio (en los días del Primer Congreso, cuando publiqué un artículo, “El PRD ante su Primer Congreso”, Unomásuno, 16/11/1990, criticando el modo en el que estaba conduciendo a nuestra organización). Él siempre lo supo y debo decir que siempre me dijo que estaba en mi derecho, a diferencia de sus allegados, que veían en mí a un traidor o a un agente del salinismo.
En aquel artículo, de hace casi 18 años, yo señalaba el derrotero desastroso al que Cárdenas nos estaba conduciendo: sus primeros seguidores eran antiguos colegas suyos priístas que no tenían ni la más remota experiencia partidaria, como no fuera la de funcionarios; le pudieron haber ayudado los cuadros que aportaba la dirigencia partidista de la vieja izquierda; él prefirió dar prioridad a los cuadros que venían de la izquierda grupuscular (en especial, trotskistas, cívicos y antiguos guerrilleros). Por la diversidad de componentes del nuevo partido, todos discutíamos sobre las “corrientes de opinión”. Yo advertía que no podía haber tales, sino grupos de interés que coparían la vida interna del partido.
Desde entonces, se ha desarrollado el PRD como lo que es hoy: ese engendro de grupillos mafiosos que no tienen otro interés que el suyo y que contienden ferozmente por el poder interno, como hoy lo estamos viendo. Cárdenas está horrorizado. Ya en otras ocasiones se lo he dicho: eso que es hoy el PRD es, exactamente y en primer lugar, obra suya y de nadie más. Él fue quien legitimó las “corrientes”, excluyendo a todos los que no estaban de acuerdo con su modo de dirigir al partido. Jesús Ortega era uno de sus allegados, también Rosalbina Garabito, que luego empezó a despotricar en su contra. Y tantos otros desencantados que perdieron su favor.
Ciertamente, lo que hemos visto en estos días en el PRD es vergonzoso y nadie podría justificarlo. Todos los grupillos de poder que hoy se hacen pedazos por su dirigencia se formaron en los primeros tiempos del liderazgo de Cárdenas y no sé si con su bendición. Recuerdo que uno de esos primeros grupos fue el de Camilo Valenzuela. Conservo entre mis papeles una circular en la que llama a “tomar el poder interno del partido”. Un día, socarronamente, Camilo me pidió copia de su escrito porque ya no lo recordaba. A Graco Ramírez lo recuerdo desde el principio como uno de los favoritos. También a Adolfo Gilly y a Ricardo Pascoe. Muchos de ellos ya no están en el escenario, pero los que están, están desde entonces.
Cárdenas lamenta las porquerías que hoy se han dado en el PRD. Yo podría documentarle, desde la fundación del partido, que esas porquerías se han dado siempre, que se le advirtió (yo se lo advertí) y que él nunca lo consideró. Sólo lo hace ahora. ¡Curioso! La prensa derechista de todo el país y, en especial, los medios electrónicos monopólicos, así como algunas almas buenas que quisieran un PRD con traje de gala, están en su agosto con el “cochinero” de ese partido, como si en los demás no se dieran tales obscenidades. Lo peor de todo: se está presentando como si fuera una oscura y sucia maquinación de López Obrador y su “hechura”, Alejandro Encinas. Cárdenas ahora viene a condenarlos a todos, pero el dardo está dirigido al corazón del que llamamos gobierno legítimo.
Ya desde la campaña electoral de 2006 me sorprendió cada día la posición en extremo ambigua de Cárdenas. Ahora, me deja anonadado. No me cabe la menor duda de que para muchísimos perredistas Cárdenas es una figura venerada. Yo sé que sin él ni su persistente lucha jamás habríamos tenido ese gran partido de izquierda por el que ahora luchamos, así esté lleno de granujas sin estilo y sin ética. Lo que me pregunto es, ¿por qué hasta hoy? Lo que propone, para limpiar ese innombrable establo de Augías que es el PRD, es nada menos que desaparecer todos sus órganos de dirección y nombrar un presidente interino que, al estilo de los dictadores de la antigua Roma, tenga poder suficiente para recrear otro partido.
Con la autoridad de “líder moral” de que está investido (yo no acabo de saber por quién), Cárdenas ha descalificado las elecciones internas del PRD y propone anularlas. ¡Todo está podrido, hay que echarlo todo a la basura! Leonel Cota le ha respondido bien: el ingeniero no tiene autoridad alguna para descalificar nuestros procesos internos. Arturo Núñez está equivocado: no se trata de una componenda “política”. El partido debe limpiar su elección interna, seguir los procedimientos estatutarios y legales y, si es el caso, debe someterse a la autoridad superior en la materia, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Cárdenas dice que eso sería confesar que no somos capaces de resolver nuestros propios problemas. ¿Cómo afirma eso si ya nos ha dicho que somos una partida de rufianes sin remedio? Somos un partido legal, por si él no lo sabe.
Los seguidores más solícitos de Cárdenas en otros tiempos fueron los hoy llamados Chuchos, fueron también los primeros que lo repudiaron. Entonces recurrieron a mí, porque sabían que yo siempre había sido crítico de Cuauhtémoc. Me dieron un puesto honorífico en una revista que publicaron por unos meses. Luego me soltaron. Leo todos los reportes de provincia sobre las elecciones perredistas y llevo la cuenta. De los incidentes penosos en los que hemos caído (fraudes, agresiones verbales y físicas) un muy buen 80 por ciento de los mismos se debe a los seguidores de Ortega. En el DF no han podido hacer nada de lo que hicieron en provincia y, lo impensable, han perdido su bastión más corrupto e impenetrable, Iztapalapa.

Jornada: PEMEX




Los Pinos y Beltrones pactaron presentar la iniciativa energética la próxima semana, advierte
Castigo a autores del quebranto detectado a Pemex, exige AMLO
■ En Veracruz insiste en movilizarse “con disciplina, responsabilidad y de forma pacífica”
■ Al privatizar la paraestatal, Calderón se convertiría “en un empleado de las trasnacionales”
La Jornada de Oriente, Andrés Timoteo y Carlos Camacho (Corresponsales)
Ampliar la imagen Andrés Manuel López Obrador, ayer en Jalapa Foto: Miguel Ángel Carmona
Andrés Manuel López Obrador exigió ayer al Congreso fincar cargos contra los responsables del presunto quebranto financiero por más de 655 millones de dólares que generó la transacción que hizo Petróleos Mexicanos (Pemex) para adquirir acciones del capital social de la trasnacional española Repsol YPF.
Al continuar su gira con los comités de defensa del petróleo en los estados de Hidalgo, Veracruz, Tlaxcala y Puebla, el “presidente legítimo” reveló que Felipe Calderón Hinojosa y Manlio Fabio Beltrones, coordinador de los priístas en el Senado, acordaron presentar la próxima semana en esa cámara la iniciativa de reforma energética. “Ya pactaron, ya transaron, pero impediremos que se dé un madruguete a los mexicanos”, expuso en Veracruz.
Más tarde, en San Manuel, Tlaxcala, sostuvo que el dictamen de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) que dio cuenta de la pérdida patrimonial de al menos 655 millones de dólares, que es la diferencia entre el precio de contratación de 2003 y 2004 –cuando Felipe Calderón era secretario de Energía y presidente del consejo de administración de Pemex– y en los títulos registrados en 2006, confirma que “la empresa favorita extranjera para la privatización de Pemex es Repsol”.
Este dictamen demuestra que “detrás del afán privatizador del petróleo está la ambición de un grupo encabezado por Calderón, (el secretario de Gobernación, Juan Camilo) Mouriño, Elías Ayub (director de la Comisión Federal de Electricidad) y otros que tienen vínculos con compañías extranjeras y quieren hacer negocio con lo ajeno, con lo que pertenece al pueblo de México”.
Horas antes, en Puebla, López Obrador criticó las supuestas alianzas de Mouriño Terrazo con petroleras extranjeras y las intenciones de Calderón de privatizar Pemex. En la reunión participaron representantes de la Convención Nacional Democrática, principalmente de la capital poblana, quienes abarrotaron el recinto del Sindicato Mexicano de Telefonistas, sitio del encuentro.
En Veracruz advirtió a sus simpatizantes que los gobiernos federal y estatales, tanto panistas como priístas, además de la derecha, intentarán infiltrar al movimiento en defensa del petróleo y conducirlo a acciones de violencia para descalificarlo, por lo que pidió a todos los mexicanos estar atentos e impedirlo y a movilizarse “con disciplina, responsabilidad y de forma pacífica”.
El ex jefe de Gobierno del Distrito Federal dijo que a diferencia de lo que tenían acordado hace días, ahora tras el pacto Beltrones-Calderón, el Senado será la cámara de origen y desde allí los legisladores del Frente Amplio Progresista iniciarán también acciones de resistencia. La movilización civil en defensa del petróleo, agregó, rechazará toda simulación legaloide para privatizar la riqueza energética.
Explicó que al privatizar Pemex, el Presidente se convertiría “en un empleado de las trasnacionales”.
En Pachuca, Hidalgo, López Obrador se reunió con mil brigadistas ante quienes expuso cinco razones para oponerse a la privatización de Pemex, entre ellas, “porque privatizar es igual a corrupción”, porque ese energético en manos de la nación servirá para sacar adelante al país y porque esto significaría estabilidad social.
Hizo un llamado a los asistentes a sumarse a la resistencia civil pacífica, organizada y disciplinada para impedir que el grupo en el poder entregue una de las riquezas de México a empresas extranjeras.

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