jueves, 29 de marzo de 2007

Imagen: Una de las 10 maravillas del mundo.


Ocampo: El gobierno Constitucional en Veracruz


El camino de las trasacciones que escogió don Ignacio Comonfort no podía conducir sino a la negación del movimiento revolucionario de Ayuda.

La Constitución de 1857, jurada por el mismo Comonfort, espantó a varios liberales moderados que, como él, pensaban que no era posible gobernar con ella por la oposición que ya manifestaba el clero en las voces del Sumo Pontífice y de los obispos mexicanos.

Fiel a su costumbre, el general dio marcha atrás y se sumó a quienes se aprestaban a resistir con las armas. El pronunciamiento de Tacubaya, promovido por el clero contra la Constitución, contó con la simpatía del jefe del Estado, quien se adhirió a él en forma insensata. Los rebeldes los reconocieron como presidente con la condición de que declarara abolida la Carta Magna. Además, para congraciarse con sus nuevos aliados, encarceló al Presidente de la Suprema Corte, BenitoJuárez.

Poco duró la alianza, pues muy pronto Comonfort se dio cuenta de su enorme error. Intentó rectificar, se enfrentó a quienes lo habían lanzado a la aventura, pero todo fue inútil: el enemigo se había apoderado del gobierno. Apenas tuvo tiempo de liberar a Juárez y abandonó la capital rumbo al destierro.

De acuerdo con la ley, Juárez asumió la Presidencia de la República e instaló los poderes en diversos lugares de la provincia, en tanto los conservadores establecían su gobierno en la capital del país.

Tras muchas peripecias, el gobierno constitucional se instaló en Veracruz, y desde allí mantuvo la dirección de la campaña por la legalidad, que duró tres años de sacrificios y de duras pruebas. Sin desmayos emprendió el gobierno la promulgación de algunas leyes que complementaran el nuevo orden de la nación. Así su rgieron las llamadas Leyes de Reforma.

Acompañaron a Juárez varios librales de su mismo cuño. Desde que salió de la capital en las condiciones más adversas, estuviéron con él Mclchor Ocampo, Santos Degollado, Manuel Ruiz, Guillermo Prieto, León Guzmán, Miguel Lerdo de Tejada y otros.

Ellos intervinieron en la redacción, discusión y defensa de las citdas Leyes. Ocampo redactó las que se relacionan con el estado civil y Con la secularización de los cementerios; de tiempo atrás él había manejado estos asulltos, y en 1851 había sostenido una polémica a propósito de varios de los puntos que en estas leyes se trataban. Particularmente, él mismo señaló como suyo el artículo 15 de la Ley del Matrimonio Civil, que contiene la exhortación que el encargado del Registro Civil deberá dirigir a los contrayentes, y que es gcneralmente conocida como Epístola de Ocampo.

Durante el tiempo que duró el gobierno liberal radicado en Veracruz, no dejaron de expresarse los principios de la Reforma. No solamente las Leyes sino numerosos documentos oficiales y discursos llevaron el signo.

Especialmente debe mencionarse el discurso que pronunció el señor Ocampo en la ceremonia cívica del 16 de septiembre de 1858.

Honrar a los héroes de la independencia en las condiciones en que se hallaba el gobierno en aquella ciudad, era motivo suficiente para presentar el panorama de una nación desgarrada por la discordia, amenazada en su integridad y soberanía por quienes deseaban sacar ventajas del río revuelto. Por eso es importante el llamamiento de Ocampo a la unidad de los mexicanos. Por desgracia, este llamamiento, como el de 1852, fue desoído.

Ocampo: el congreso constituyente de 1856


Para cumplir con el punto 5o. del Plan de Ayutla, el gobierno revolucionario convocó al Congreso que debería constituir a la nación conforme al nuevo orden social que se pretendía implantar.

Melchor Ocampo fue favorecido por los votos del Distrito, y los Estados de México y Michoacán, pero tardó en presentarse a las reuniones; finálmente lo hizo, y optó por la representación michoacana "en razón de su nacimiento".

Fue nombrado miembro de la Comisión de Constitución, reconociéndolo como una de "las principales capacidades del Congreso". Una semana más larde se le designó secretario de la misma Comisión; yel 29 de febrero de 1856 fue electo Presidente del Congreso.

En el curso de las deliberaciones de la Asamblea Constitutiva, Ocampo tuvo numerosas intervenciones; como puede verse en la Historia del Congreso escrita por Francisco Zarco.

Fue uno de los diputados más activos en la tribuna y en la redacción de los dictámenes, y sin embargo se retiró del Congreso en el mes de diciembre, sin licencia. Regresó tan sólo para pedir que se le permitiera firmar el proyecto de Constitución.

Su conducta y los motivos de su separación fueron explicados por él hasta después de jurada la nueva Carta Magna. Remitió una comunicación al periódico El siglo diez y nueve para satisfacer a sus electores sobre el fondo político de su separación.

Nuevamente fue la insumisión de su carácter la causa de este incidente. De nuevo en desacuerdo con la conducta titubeante y apaciguadora de Ignacio Comonfort. Esta vez había demostrado debilidad ante los sublevados de Puebla, y por segunda ocasión capitulaba ante ellos, y por su afán apaciguador tornaba en derrota lo que era ya un triunfo.

Numerosos diputados condenaron al gobierno por esa muestra de debilidad. La opinión pública se hallaba en efervescencia y había descontento, que el mismo gobierno pretendió canalizar hacia el Congreso, en declaraciones de que habían sido "los principios humanitarios y filantrópitos" de la Asamblea los que habían servido de norma en las capotulaciones con los conservadores de Puebla.

Ocampo se manifestó enérgico en su condenación del gobierno, y rechazó el juego que pretendía convertir al Congreso en chivo expiatorio de los actos gubernamentales. Fue tan radical su intervención que temió seriamente e un rompimiento entre el Constituyente y el Presidente interino.

Comprendió don Melchor que no podía permanecer en su puesto de diputado sin traicionar sus ideas. De continuar allí, hubiera prolongado la lucha contra las transacciones del gobierno, y los resultados podían ser funestos, en beneficio solamente de la reacción.

Como siempre, se retiró a su hacienda, y desde allí escribió al periódico la carta del 7 de abril. Este documento ha sido publicado en Morelia con un magnífico estudio del maestro Antonio Martínez Báez.

Debe ser ampliamente conocido este documento que, como dice el mismo maestro, "une a la belleza de su estilo literario, el valor de un testimonio directo acerca de su personal actitud política en los problemas que surgieroll entre el Congreso y el gobierno provisional".

Cartón: Naranjo


Cartón: Helguera


Cartón: Rocha


Cartón: Hernández


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