viernes, 11 de abril de 2008

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Cartón: Helguera


Jornada: Astillero



Astillero


Julio Hernández López


■ La trampa del “debate”
■ Nada profundo, aguas someras
■ Teatrito para convalidar
■ Mujeres, primer paso


Para tomar decisiones históricas sobre las aguas profundas y los privatizados negocios a fondo que en relación con el petróleo planean, los buscadores oficiales de tesoritos quieren un debate somero, rapidito y lucidor que convalide los acuerdos de apresurada simulación democrática a que han llegado las bancadas priísta y panista más algunos modernos, civilizados y dialogantes legisladores del PRD (¡Jesús los ampare!).


La trampa del “debate” nada profundo busca suministrar parque mediático para el fusilamiento electrónico de Andrés Manuel López Obrador y del movimiento de resistencia civil pacífica, al acusarlos de ser tercos obstructores del bello modelito de participación popular, ordenada y responsable que les ha preparado el confiable y siempre bien intencionado chef de cocina política fusión mejor conocido como Manlio Fabio Beltrones.


Debate a la carrera, con foros burocratizados y formatos similares a los que durante décadas han servido para fingir que se escucha a los ciudadanos, todo organizado para que las voces contrarias a la privatización tengan oportunidad de ser incorporadas como marco decorativo de los arreglos a los que ya han llegado los aliados PRI-PAN, como ayer involuntariamente dejó entrever el gerente Calderón al decretar que la iniciativa de privatización petrolera deberá discutirse “democráticamente a través de los legisladores” y que en el sacro Congreso de la Unión, impoluto y altamente representativo de la voluntad popular, “se van a procesar las diferencias, se escuchará la voz de todos. Ya el Senado está organizando un proceso para hacerlo así”. A confesión de Felipe, relevo de Manlio.


El teatrito del debate breve e insustancial fue desmontado con rapidez en dos planos (el primero, en tiempo, el legislativo), pues en los ámbitos institucionales hubo acciones de diputados y senadores del FAP que en los hechos significaron la famosa huelga legislativa (no todos le entraron, pues hubo quienes con anticipación se desmarcaron de las acciones “radicales”).


Las tomas de tribuna en San Lázaro y en Xicoténcatl produjeron, además, escenas memorables de disfuncionalidad política: en la Cámara de Diputados, Ruth Zavaleta se quejaba de que, con ironía histórica (una especie de revancha desde el fondo de la historia más tradicional de las luchas de izquierda), una manta de protesta le impidiera cumplir con su elevada responsabilidad protocolaria. “Clausurada” declaraba la manta a la Cámara; diputada de clausura quedaba Zavaleta.


Y el presidente del comité nacional informal del PRI, el senador Beltrones, con un grito digno de muros de honor: no nos pueden secuestrar, exclamó el último de los mohicanos de tres colores que durante largas décadas mantuvieron secuestrado al país y que ahora, en alianza con los párvulos ambiciosos del PAN, pretenden seguir con la nación como rehén permanente.


El segundo plano de lucha exitosa se dio en las calles (ese fenómeno caminante de mil cabezas, incontrolable, que no está sujeto a negociaciones en lo oscurito, razones por las cuales tanto le temen quienes insisten en que las “verdaderas” discusiones deben darse solamente en salones alfombrados y aislados).


El Hemiciclo a Juárez fue el punto de reunión para una convocatoria de última hora que obviamente hacía preocuparse a las organizadoras por el riesgo de que hubiera una asistencia menor a la deseada. Pero poco después de la una de la tarde, cuando las brigadas pasaban festiva lista de presencia, más que suficientes para la primera tarea, comenzaba la resistencia civil pacífica tan anunciada.


Las mujeres organizadas (muy bien organizadas) dieron el primer paso con fuerza, alegría y creatividad. No hubo violencia ni incidentes y sí, en cambio, una energía social que se instaló en las calles que desembocan en el Senado de la República. Por la noche llegarían relevos mixtos para establecer turnos de 12 horas hasta que el domingo en el Zócalo haya nuevas resoluciones.


Obviamente, los primeros pasos dados ayer tendrán como reacción el endurecimiento del discurso oficialista y la facturada indignación de locutores, comentaristas y articulistas de aguas profundas. El diputado XHGamboa analizaba ayer la posibilidad de habilitar un recinto alterno para cumplir con la sacra tarea de legislar en privado. El senador Beltrones alertaba contra “la ruta de provocación de quienes quieren que el país termine en violencia” y advertía que al ser mal portados, los legisladores que tomaron tribunas han “dinamitado la posibilidad de que se lleve a cabo un debate nacional sobre el tema” del petróleo.


Pero el fondo del asunto, hay que recordarlo, está en el tiempo y la forma que se quiera dar a ese proceso de discusión, hoy falso y envenenado. Los privatizadores a marchas forzadas pretenden asignar sólo unas cuantas semanas, dos o tres, para lograr la hazaña de rescatar el tesorito en este mismo periodo de sesiones de las cámaras, al terminar el presente mes, o en un periodo extraordinario de trabajo legislativo que, con la iniciativa supuestamente validada por el acelerado debate previo, sea inmediatamente aprobada. La propuesta de los opositores a la privatización es que el debate se lleve meses (de aquí a septiembre), con formatos incluyentes y discusión verdadera, para que los resultados sean abordados en el siguiente periodo ordinario de sesiones del Congreso.


La discusión, por lo pronto, ha sido trasladada a las calles y, ante ello, la cultura política institucional se descompone y se exaspera. Grave es el riesgo, para los intereses que confluyeron en el fraude electoral de 2006, de que el movimiento de rechazo a una presidencia espuria sobreviva e incluso esté en camino de convertirse en una movilización nacional en defensa de una causa nacionalista ( y, lo peor de todo, snif: que impida la realización de muy buenos negocitos compartidos en la elite).


Y, mientras, luego de una pausa indeseada, hoy reinicia labores
www.astillero.tv, con un formato sencillo pero eficaz que permite alojar, en un primer paso, videos y un blog en los que de inmediato se está dando cuenta de lo que sucede en el cerco ciudadano al Senado y la lucha contra la privatización, ¡feliz fin de semana!

Jornada: PEMEX



Editorial


Resistencia con causas


En menos de dos días, la iniciativa de reformas enviada el martes por el Ejecutivo federal al Senado, con la que el grupo en el poder pretende legalizar y ampliar la inversión privada en la industria petrolera, generó acciones de resistencia que expresan el sentir de amplios sectores de la sociedad en torno a la necesidad de preservar íntegramente el carácter nacional de los yacimientos de hidrocarburos y los procesos de prospección, extracción, refinación y transporte del petróleo.


El descontento, que se expresa tanto en los salones de plenos de las cámaras legislativas como en las calles, no se origina únicamente en el empeño calderonista por entregar a particulares segmentos enteros de la industria petrolera, sino también en las argumentaciones falaces y las maneras antidemocráticas empleadas por el gobierno federal para imponer una privatización a la que ni siquiera se atreve a llamar por su nombre, y para eludir un debate que de antemano tiene perdido.


El discurso oficial ha sido incapaz de concebir un solo argumento verosímil para justificar el empecinamiento privatizador. El presunto “tesoro de las aguas profundas” no es la única vía posible para sostener o incrementar la producción de crudo y la tecnología para ello puede obtenerse por vías que no impliquen cesión de atribuciones constitucionales exclusivas de la nación; las formas presentadas en la iniciativa para “fortalecer a Pemex” son en realidad, a la vista del sentido común, estrategias para debilitar a la paraestatal; por lo demás, resulta insostenible el alegado propósito oficial de emplear la renta petrolera en el desarrollo nacional y en el combate a la pobreza, pues nada garantiza que la actual administración –cuyo principal funcionario fue secretario de Energía de la anterior– no vaya a dilapidar o a desaparecer los recursos derivados de las exportaciones de crudo, como hizo el foxismo.


Asimismo, el aserto gubernamental de que la iniciativa de reforma energética “no implica la privatización de Pemex” es una trampa argumental adicional, pues el propósito real es mucho más grave y cuestionable: lo que se pretende privatizar, en principio, son funciones sustanciales de la empresa, la cual iría reduciéndose, de prosperar el intento, hasta ser una suerte de agencia que repartiría contratos, y ni siquiera al mejor postor, sino, previsiblemente –por algo la iniciativa busca ampliar los márgenes de discrecionalidad y el ámbito de las adjudicaciones directas–, a los consorcios con mayor capacidad de cabildeo, presión política y compra de funcionarios públicos.


Tales subterfugios han puesto sobre la mesa, así sea en forma involuntaria, el verdadero sentido en el que debe desarrollarse la discusión sobre el futuro de nuestra industria petrolera: antes incluso de analizar si es conveniente transferirla, en todo o en partes, a manos privadas, debe someterse a la consideración de la sociedad si es correcto que la administración pública financie sus propias ineficiencias, sus dispendios y su corrupción con cargo a la factura petrolera, y si no resulta pertinente, en cambio, exigir a los gobernantes que establezcan una recaudación fiscal eficiente y justa y empiecen a desempeñarse con probidad, productividad y un espíritu de verdadera austeridad republicana.


Más allá del empeño oficial por confundir a la opinión pública –y de las campañas mediáticas, particularmente televisivas, lanzadas en horas recientes para criminalizar la protesta social y atizar contra ella ánimos de linchamiento–, el grupo en el poder ha pretendido operar su intento de desnacionalización petrolera con un estilo característico: a espaldas de la sociedad, y en los márgenes de una legalidad que se justifica a sí misma con el cumplimiento del estricto formalismo y con el sello de recibido en los documentos, es decir, de la misma manera en que instauró la actual presidencia.


Fieles a ese estilo, los gobernantes en turno han tratado por todos los medios posibles de evitar el debate nacional en torno a una reforma que a todas luces lo amerita y lo exige, porque lesiona uno de los principios de base del México contemporáneo y vulnera, con adulteraciones a leyes secundarias, el texto constitucional.


“Lo que ocurra en el Congreso para nosotros es lo relevante”, dijo anteayer Juan Camilo Mouriño, en un intento por descalificar las movilizaciones populares en rechazo a la privatización parcial de la industria petrolera.


Se equivoca rotundamente: ante un tema de tal trascendencia, lo relevante es lo que ocurre en el país (que es lo que explica los sucesos de ayer en ambas cámaras), y uno de los puntos medulares de la presente coyuntura es la exasperación de diversos sectores nacionales ante el ensayo de una privatización que coronaría, de salir avante, el largo ciclo de transferencias de lo público a lo privado, que se inició hace cinco lustros y que ha dejado una pavorosa secuela de depredación, de corrupción y, a la postre, de desintegración nacional. A ese estado de ánimo debe añadirse el agravio causado por un ejercicio insensible, tramposo y arrogante del poder público. Tales son, en última instancia, los combustibles que alimentan la resistencia a la privatización.

Jornada: PEMEX



■ “¡No nos secuestren!”, demandaba dando golpes sobre su escaño un colérico Manlio Fabio Beltrones


Caos, gritos y toma de la tribuna estremecieron ayer al Senado


■ Legisladores del FAP exigen que se acuerde un debate profundo sobre el futuro del petróleo en México


■ El panista Felipe González repartió insultos hasta entre sus propios compañeros


Andrea Becerril y Víctor Ballinas

La resistencia civil en contra de la privatización de Petróleos Mexicanos (Pemex) se inició ayer en el Senado, cuando la mayoría de los integrantes del Frente Amplio Progresista (FAP) tomaron por sorpresa la tribuna y ahí se quedaron en exigencia de que se acuerde un debate real, profundo, en torno al futuro del petróleo en México.


Ni los gritos del coordinador priísta, Manlio Fabio Beltrones, quien golpeaba en su escaño y exigía “no nos secuestren”, ni el enojo evidente de los panistas –que llegó al insulto– impidieron la protesta de legisladores que lograron así parar la sesión y rebasar al coordinador perredista, Carlos Navarrete.


Fue evidente la división en la fracción perredista, ya que Navarrete estaba fuera del salón de sesiones cuando su compañero de bancada y vicecoordinador de la misma, Ricardo Monreal Ávila, pidió la palabra para argumentar en contra de la autorización del viaje del presidente Felipe Calderón a Estados Unidos.


Pero ya en la tribuna, advirtió que no permitirán la entrega de la renta petrolera a trasnacionales, como lo intenta el Ejecutivo. “¡No podemos permitir que el gobierno espurio pretenda saquear el patrimonio! ¡No lo vamos a permitir. De ninguna manera se saldrán con la suya, se los decimos desde ahora!”


Burla panista devino furia


Los senadores panistas comenzaron a burlarse abiertamente cuando Monreal anunció: “A partir de este momento se inicia la resistencia civil pacífica en todo el país”. El legislador del blanquiazul Felipe González azotó un portafolios metálico sobre su escaño y exclamó de manera que los reporteros que estaban cerca de él pudieran oírlo: “¡Vamos a bajar de ahí a esos hijos de su puta madre!”


Sus compañeros trataban de calmarlo, pero ya no entendía razones y hasta mandó “a la chingada” al ex asesor de Vicente Fox, Ramón Muñoz. Mientras, Monreal desde la tribuna –en la que ya estaban 17 senadores del FAP– fustigaba también al PRI al acusar a sus legisladores de “comparsas del PAN” y de comportarse como partido satélite del gobierno.


“¡No nos moveremos de la tribuna”!, dijo, y como los panistas exigían “tiempo, tiempo”, el zacatecano les respondió: “Si quieren manden traer a las fuerzas armadas para que nos muevan”. El presidente de la mesa directiva, el panista José González Morfín, estaba paralizado, sin saber qué hacer, y Santiago Creel, quien entró al salón de plenos poco después de que la tribuna ya había sido copada por los legisladores del FAP, les pidió que, en caso de no retirarse aquéllos, se decretara un receso.


El secretario general priísta, Jesús Murillo Karam, pidió antes la palabra para aclarar: “Nosotros no somos comparsas de nadie”. También Manlio Fabio Beltrones intentó hablar, pero desde la tribuna el perredista Tomás Torres le recordó a gritos que el receso se había decretado.


Furibundo, el priísta sonorense hizo un nuevo intento y ante una respuesta similar logró hacerse escuchar ante el barullo para pedir: “¡No nos secuestren!” Sin embargo, la sesión ya había concluido y casi todos los panistas, priístas y legisladores del Verde debieron salir del salón de plenos. Uno de los pocos que permanecieron ahí, Jorge Ocejo Moreno, se acercó a los senadores del PRD que se mantenían en sus escaños, entre ellos David Jiménez Rumbo y Minerva Hernández, para felicitarlos por la decisión de no secundar a sus compañeros del FAP.


“Ocúpate de los asuntos de tu grupo”, le espetó Pablo Gómez, quien tampoco había subido a la tribuna porque, según explicó, le parecía que la medida tendría que haber sido más radical. Y Arturo Núñez, a su vez, comentó que la acción no se había acordado en la reunión plenaria del grupo parlamentario perredista.


Carlos Navarrete regresó al salón y trató todavía de convencer a sus compañeros de que bajaran de la tribuna mientras se negociaba el acuerdo en torno al debate nacional sobre la reforma energética. La respuesta que obtuvo tanto de Monreal como de Tomás Torres fue que no aceptarían en forma alguna el debate simulado, que previamente acordaron PRI y PAN, a fin de discutir en sólo tres semanas y aprobar luego la reforma en un periodo extraordinario.


Las seis horas siguientes fueron de negociaciones infructuosas, ya que tanto Beltrones como Creel no aceptaron ningún acuerdo mientras no se desalojara la tribuna. Navarrete incluso debió abandonar la reunión de la Junta de Coordinación Política cuando el panista le exigió que retirara a los manifestantes apostados alrededor del Senado y metiera al orden a sus legisladores.


El líder de la bancada del PRD explicó por la noche que decidió retirarse de esa instancia de gobierno senatorial porque no sirve para procesar los acuerdos requeridos. Rechazó que su grupo esté fracturado. “No soy su jefe ni su patrón, coordino a una bancada de mujeres y hombres libres que decidieron hoy realizar una acción de resistencia civil”.


Insistió en que hay opiniones diversas sobre cómo defender con éxito a Pemex, pero hay plena coincidencia en impedir la privatización del petróleo.


Todavía Navarrete Ruiz hizo un último intento, junto con Dante Delgado, de Convergencia, y Alejandro González Yáñez, del PT, por convencer a los legisladores de dejar la tribuna senatorial. Graco Ramírez aseguró por su parte que todavía podría reunirse la Comisión de Energía para concretar el acuerdo que ponga fin al diferendo en torno al debate.


Lo único que concedieron fue bajar, pero permanecer en el salón de sesiones en espera del anuncio. Y como no hubo acuerdo la decisión fue quedarse a dormir y permanecer por tiempo indefinido en Xicoténcatl.


A los 17 senadores que iniciaron la acción se sumaron por la tarde Pablo Gómez, Arturo Núñez, Fernando Velásquez, José Guadarrama, Jesús Garibay y Francisco Castellón. Una de las más entusiastas fue la senadora Rosario Ibarra. Por principio aconsejó al panista de Morelos Adrián Rivera que tomara agua con azúcar si pretendía acompañarlos en la protesta. Pero el aludido, que permanecía en la mesa directiva porque se lo habían pedido sus compañeros de partido, mejor se fue.


Doña Rosario contó a su compañera Rosalinda López, la tabasqueña que tiene a su cargo las tareas de resistencia civil, cómo soportó 27 días en huelga de hambre hace algunos años. Cerca de la medianoche, cuando los senadores se disponían a dormir en sus escaños, Ibarra seguía dando ánimos a todos. “Esta lucha no la podemos perder”, dijo a sus compañeros, entre ellos Carlos Navarrete, quien pasó la noche con ellos.

Jornada: PEMEX



■ Demandan diálogo y abrir el debate sobre la privatización de Pemex


Zavaleta, rebasada; diputados del FAP tomaron la tribuna


■ Una enorme lona blanca cubrió a la presidenta de la mesa directiva


Ciro Pérez y Roberto Garduño

Al mediodía, una enorme lona blanca cruzada en letras negras con la palabra “clausurado” cubrió la mesa directiva en el pleno de la Cámara de Diputados, mientras la diminuta figura de Ruth Zavaleta se perdía con sus gritos, ignorada por todos sus compañeros, debajo del pliego elaborado por la tabasqueña Mónica Fernández.


La toma de la tribuna camaral se preveía desde horas antes, impulsada por el descuido del gobierno de Felipe Calderón al ordenar a la secretaria de Energía, Georgina Kessel, que no se presentara a la cita establecida con los representantes del Frente Amplio Progresista (FAP).


La inasistencia de la funcionaria fue confirmada por Alejandro Chanona Burguete, coordinador de Convergencia, quien se comunicó con Kessel: “En relación con la asistencia de la secretaria, como que hubo teléfono descompuesto; yo le dije, bueno, entendemos que hubo un cambio, pero qué me dice usted, y me respondió: ‘yo quisiera que sepan que tengo la disposición para plantear esto’, y le comenté: lo del diagnóstico ya es extemporáneo, porque nosotros queremos hablar del debate nacional, a lo que me contestó: ‘bueno, yo quisiera un formato de diálogo y estoy a la disposición, y en esta ocasión no asistiré”’.


Entonces, el FAP sesionó en el Salón Verde, y determinó tomar pacíficamente la tribuna. En la discusión, temerosos de quedarse solos y de convertirse en blanco del juicio popular, los diputados afiliados a Nueva Izquierda maniobraron para sumarse a la protesta.


Octavio Martínez, uno de los líderes de esa corriente, preguntó a Alejandro Chanona si los diputados de Convergencia participarían en la toma, porque hasta entonces el coordinador de esa bancada no lo había hecho, Éste respondió: “Sí, Octavio, nosotros estamos listos desde hace una semana, y lo vamos a hacer con más de 50 diputados perredistas, pero no sé si ustedes lo harán”.


Para el seguidor de Jesús Ortega se agotó el espacio y tuvo que responder que se sumarían a la protesta. No obstante, Zavaleta Salgado dijo más tarde en entrevistas de radio que Nueva Izquierda subió a tribuna con objeto de cuidarla y defenderla.


Con la certeza de que en San Lázaro la mancuerna PAN-PRI transitará por la ruta del respaldo a las iniciativas de Felipe Calderón, las bancadas de PRD, PT y Convergencia determinaron la clausura del Congreso hasta abrir a debate nacional la privatización subrepticia de Pemex.


Con 18 metros de largo, la lona se fue desplegando sobre la tribuna, y ante la inminencia de ser cubierta por ella, Ruth Zavaleta se desgañitó mientras manoteaba ante la desesperación de ser ignorada por sus correligionarios: “¡Si no quitan la manta, no vamos a decir el resultado de la votación y se levanta la sesión en este momento!”


A Zavaleta se sumó un lacónico reclamo de panistas y priístas; los primeros reprocharon que el acto se orquestó por la corriente del “filibusterismo” legislativo, y los segundos lo calificaron de “error político”.


La toma de tribuna fue decidida en la reunión que los diputados de PRD, PT y Convergencia sostuvieron en el Salón Verde, a las nueve de la mañana, acuerdo que consideró permanecer hasta el fin del periodo, el 30 de abril, si no se abre el debate, y que conocieron todos los diputados y coordinadores, a excepción de la propia Zavaleta, quien se dijo sorprendida por esta acción.


Sólo habían pasado 17 minutos desde que, silenciosamente, el grupo parlamentario del PRD, incluidas las corrientes opositoras a la resistencia civil, ocupó la tribuna justo cuando Ruth Zavaleta daba entrada en primera lectura a un dictamen que crea el fideicomiso que administrará el fondo de apoyo social para ex braceros.


Sin prestar atención a sus compañeros de bancada, Zavaleta dio la palabra al priísta Jorge Estefan, quien como presidente de la Comisión de Hacienda habría de fundamentar el dictamen. “¡Ya dejen el micrófono, compañeros, se acabó la sesión!”, gritó desde su curul la diputada de Convergencia Layda Sansores.


–Les pido a los compañeros que por favor nos dejen continuar –respondió Ruth Zavaleta.


–¡No, ya terminó la sesión! –insistió Sansores Sanromán.


–¿Por qué va a terminar la sesión? ¿Porque usted lo diga, diputada? –reviró la presidenta de la mesa directiva, con lo que dio inicio a un largo intercambio de breves intervenciones, mientras Estefan dudaba en subir, aunque los legisladores de PRD, PT y Convergencia lo animaban.


“Señores diputados –llamaba débilmente la presidenta de la mesa directiva a sus compañeros–, yo estoy dirigiendo la sesión, no pueden ustedes dar la palabra”, pero nadie le hacía caso. Entonces pidió a Estefan que diera lectura a su intervención desde su curul, lo que rechazaron diputados del PAN y del PRI, quienes exigían que se diera curso a una iniciativa que daba respuesta a la demanda de justicia que por años han planteado los ex trabajadores migrantes en la Cámara de Diputados.


Se recordó que el dictamen fue apoyado por todos los grupos parlamentarios en comisiones, que los ex braceros se encontraban presentes y que nada justificaba bloquear la aprobación de una reforma que resolvía finalmente la demanda de más de 42 mil ex trabajadores del campo, creando un fideicomiso con un fondo de 5 mil millones de pesos para resarcirles los beneficios económicos que durante años se les negaron.


Para darle una salida al debate, Estefan anunció entonces que declinaba presentar su posicionamiento y pidió que el resto de los inscritos para hablar en favor de la iniciativa declinaran también, además de solicitar que tanto la primera como la segunda lecturas fuesen dispensadas y se procediera a votar, sugerencia que fue aprobada.


Acto seguido, se abrió el tablero electrónico y en menos de 10 minutos votaron en favor 393 legisladores, con lo que el texto quedó aprobado, aunque la presidenta de la mesa directiva se vio impedida de dar el resultado, pues justo antes de cerrarse el tablero, desde el extremo derecho, un grupo de diputados del PRD desplegó la manta más grande que se haya llevado al pleno, la cual cubrió la tribuna y con ella a todos los que ahí se encontraban.


A la gran lona plástica, en la que se anunciaba la clausura del Congreso “en defensa del petróleo y de la patria”, le siguieron otras mantas de menor tamaño que se colocaron a los extremos, en las que se leía: “¡Por la defensa del petróleo, debate nacional!” y “¡Debate nacional, no fast track!”, además de pendones con la imagen de Mouriño y Calderón con disfraz de pirata.


La mayoría de diputados del FAP decidieron mantener ocupada la tribuna de San Lázaro indefinidamente, hasta que la mesa directiva de la Comisión de Energía del Senado modifique el calendario del debate nacional que deberá darse.

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