Las razones de Carlos
• El “catarrito” de la recesión
• Entre virus y cortinas ahumadas…
Nada impide, mi estimado, decir la verdad riendo. Espléndido cierre de semana con las derivaciones financieras del travieso virus A H1N1, que de la mano de la monumental crisis económica nacional aventó, literalmente, a Agustín Carstens a declarar que México ya está en recesión, lo que obligaría a millones de mexicanos a entrar en estado de shock o monumental pánico dada la sugestiva credibilidad del secretario para diagnosticar agitados escenarios.
El original quid (o sea, la misión imposible) del problema federal, my friend, radicará en la estrategia integral (para la cual se necesita bastante talento) para reactivar la confianza internacional de los inversionistas —básicamente perdida a raíz del tsunami de violencia— y para reavivar la arena del turismo porque, para colmo, ambos (dos) sumados al colapso financiero que ha golpeado la línea de flotación (del cacareado blindaje del barco de gran calado) del envío de las remesas y la baja en el precio del petróleo, esbozan el peor de los escenarios catastrofistas.
Pero para evitar sugestivas depresiones antes del regreso a la normalidad, afortunadamente la semanita termina con una dosis de entretenimiento político regalado por la lacra de Argentina llamada Carlos Ahumada con su ameno librito, en el cual el respetable espera poder leer los nombres de aquellos ilustrísimos periodistas que entraron a la exótica videoteca del empresario, quien ha puesto en evidencia que con la penaaaaaaaaaaaa… sí hubo complot, compló, or whatever you want to name it, en contra de Andrés Manuel López Obrador.
¡¡Chingón!!
Años después y ante un sinfín de evidencias que en ese entonces balconearon el conocido surrealismo de la utilización del Estado mexicano y sus tres poderes –Ejecutivo, Legislativo y Judicial– para aplastar al costo que fuera a un adversario... la verdad, cuyos motivos deben ser atractivamente simpáticos, en boca de uno de sus protagonistas coloca los puntos sobre las íes tabasqueñas. Coloca en un muy admirable tablero la credibilidad de todos aquellos que se regodeaban, en medio, of course, del coro histérico de los spin doctors, difamando la figura de López Obrador y poniendo en duda una serie de acontecimientos orquestados por la divertida mano que mece la cuna.
La mano de Carlos Salinas, quien tuvo el talento, la visión y la perversidad que sólo tienen los hombres que entienden el poder para desarrollar la tenebra, aunque ooopssssss… al ex presidente le faltaron eficientes operadores para ponerle eterno listón al regalito. Hoy que medio México se entera de que el defensor de las ratas Arturo Montiel y su pupilo —que, parajodas de la vida política es el favorito de Salinas para el 2012— Enrique Peña Nieto estuvieron en el reventón, los efectos del estercolero en el ventilador sencillamente son espectaculares.
Extraordinario que falte por conocer las colas amarillas ahumadas en la videoteca, entre las que se asegura está la de Cuauhtemoc Cárdenas, Alejandro Encinas y Lázaro Cárdenas Batel, todos ellos ligados a Rosario Robles, que ahora resulta se probó la banda presidencial de Carlitos (jajajajajaja... ¡qué pinche oso!).
Y para deleite del sonriente respetable, en medio de los escupitajos aventados por la lacra de Argentina hay una danza incumplida de millones. O sea, my friend, la verdadera causa que desencadenó el interesante librito es porque al empresario no le cumplieron, lo traicionaron y lo abandonaron hasta que por medio del chantaje —eje fundamental de la tenebra de sexo y mentiras— logró su libertad.
Hoy no deberían causar sorpresa sus revelaciones que hunden al enfermo mental (according to the Vatican) de Vicente Fox, el verdadero pelele de Salinas de Gortari, como tampoco la revelación de que este último negoció con Fox los videos para la salida de Raúl como la entonces negociada de Madrazo con Creel para el desafuero de López Obrador. El resto, es historia…
Hoy que la cortina del travieso virus está siendo utilizada por el (des)gobierno de Felipe junto al spray ahumado del ocurrente libro, se pretende ocultar la realidad de un Estado fallido rumbo al (¿colapso rápido?) estallido con todo y ese heroico esfuerzo de haber salvado a la humanidad. Continuar minimizando y simulando el panorama nacional donde ya convergen los volátiles caminos de las diversas crisis es continuar… jugando en un polvorín con fuego.
Las señales de la catástrofe, my friend, son clarísimas…
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