viernes, 8 de mayo de 2009

Jornada: Astillero

go del fraude electoral de 2006 se volvió cínico deporte mediático satanizar las interpretaciones críticas de una realidad que mostraba sin duda los ingredientes de la conspiración y la confabulación para cerrar el paso a una opción reformista que aspiraba a gobernar el país. Con dejo altanero, los personajes autorizados por Gobernación y Los Pinos para ocupar los principales espacios de opinión (una baraja de cartas marcadas que se repite en una y otra tribuna mediática) habían instaurado el delito de pensamiento en cuanto se refiriera a las maniobras de adulteración de los comicios envenenados y a la conjunción de poderes establecida primero para descarrilar la candidatura de Andrés Manuel López Obrador y luego para robarle el triunfo. Una palabra desataba en esos opinantes (los taquimecanógrafos electrónicos a los que ayer se aludía aquí) la burla embadurnada de menosprecio académico: complot. Sólo un discapacitado cultural, un analfabeta político, alguien dañado por el populismo intelectual podría utilizar tan infeccioso término.

Más he ahí que un personaje absolutamente desconfiable en cuanto a sus intenciones reales (¿despecho amoroso rosarino, venganza por el incumplimiento de pago de los 400 millones de pesos que quedaron en 35?) ha escrito por su propia voluntad, y ayudado por un grupo de periodistas con quienes se sintió animado a trabajar, una versión personal del intenso episodio que desató a partir de las videograbaciones, cuya entrega más impactante fue la correspondiente a René Bejarano, la mano derecha política del entonces jefe del gobierno capitalino.

Lo que Ahumada describe con todo detalle, más allá de lo que le mueva a hacerlo, es un absoluto complot en el que participaron el jefe de jefes del cartel nacional, Carlos Salinas de Gortari, y algunos de sus lugartenientes, como Diego Fernández de Cevallos, Santiago Creel, Eduardo Medina Mora, Rafael Macedo de la Concha, Elba Esther Gordillo (que luego se distanció del jefe para ejercer ella el título panalero de jefa), Manuel Andrade (gobernador, entonces, de Tabasco), Bernardo Gómez (vicepresidente de Televisa), el senador Televisión Azteca, Jorge Mendoza, y quien era joven promesa expresamente impulsada por su padrino Salinas, el entonces diputado federal Enrique Peña Nieto. El reporte doctoral de esos comprobados casos de influencias porcinas tuvo el ingrediente de la fiebre amarilla, con la participación tragicómica de la primera actriz Rosario Robles, que lo mismo voló a Londres y La Habana a entrevistarse con Salinas (cenas de parejas) que entró a la casa de éste en la ciudad de México como si de pudorosa dama ante un motel de paso se tratara, con lentes oscuros en plena noche, cubierta textilmente la cabeza y recostada en el asiento del vehículo automotor.

Ahumada, irónicamente, ha venido a comprobar las tesis del complot, y a recordar a todos la obviedad, en momentos en que crecen las evidencias del pésimo manejo del problema gripal, de que los grandes intereses, nacionales y trasnacionales, de manera natural llegan a acuerdos y planean acciones para defender sus posiciones de poder, sus negocios y ganancias, es decir, sus opciones de continuidad privilegiada. Claro que en ese tinglado de perversidades tienen su lugar los opinantes y comentaristas que, entre otras tareas asignadas, tienen la de tratar de convencer a los ciudadanos de que la política es una práctica de reglas respetadas (en la democracia, un voto hace la diferencia, es una de las frases machaconas) y de ríspido pero sano concurso de puntos de vista y opciones, sin conjuras ahumadas. Y, sin embargo, fueron complot (el uso de los citados videos y el manejo de las elecciones de 2006).

Astillas

El historiador Gerardo Renique (profesor asociado de la City University of New York) escribe: “En efecto, la persecución antichina de los años 1930 es un evento conveniente ‘olvidado’ por la historia mexicana. Estas acciones, y el movimiento antichino que las sostuvieron, fueron sin embargo fundamentales en la constitución del partido oficial de la ‘revolución mexicana’, bajo la conducción de Calles. Más aún, la organización misma de este movimiento (...) constituyó el punto de partida de las tecnologías de control de masas, mediante las cuales el Estado post-revolucionario capturó las lealtades y apoyo del pueblo mexicano”. El trabajo de Renique, sobre Región, raza y nación en el antichinismo sonorense, puede leerse en www.astillero.tv, al igual que el texto de Manuel González Oropeza antes citado aquí.

El profesor Jorge Guerrero vio en televisión la llegada de mexicanos traídos de China y reparó en que la esposa de Calderón se presentó en la escalerilla del avión sin su cubrebocas, y también es de notar que la gran mayoría de los pasajeros pasaban frente a ella sin siquiera voltear a mirarla, y que incluso, en su afán de robar cámara, Margarita Zavala quizo acercarse a acariciar a una niña que siguió impertérrita su descenso.

Un lector poblano reporta y pregunta: “El martes pasado, en el municipio de Libres, en el estado de Puebla, el nuevo arzobispo encabezó una misa multitudinaria, violentando todas las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud. ¿Será que nuestro góber precioso aplicará el mismo protocolo que el IFE en Tabasco para sancionar a López Obrador?”.

Y, mientras Newsweek en español habla de La negligencia de México, y relata cómo las tempranas evidencias de la existencia de virus peligrosos fueron desatendidas porque en Los Pinos sólo importaban los preparativos de la recepción de Barack Obama, ¡feliz fin de semana, con la novedad de que La Jornada San Luis, dizque dirigida por el autor de los presentes teclazos, dejará de circular sábados y domingos, como una necesaria medida de ahorro que ayude a la gatuna publicación potosina (poseedora de más de siete vidas) a tratar de salvar las dificultades económicas y profesionales de un periódico que durante más de diez años pudo salir diariamente, sin excepción, pero que ahora necesita un repliegue táctico!



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