Calderón vs. gobernadores, ¿hasta dónde? |
¿Por qué el gobierno y su partido eligen este momento para enfocar sus dardos a la actuación de varios mandatarios priístas frente al problema del narcotráfico? |
Tras el episodio del enojo presidencial en Los Pinos, el martes 17 de febrero, las relaciones entre el presidente Calderón y su principal aliado político, el PRI, quedaron tensas. El encontronazo entre el jefe del Ejecutivo federal y los mandatarios estatales priístas, por la acusación de “omisión” hecha por el Presidente contra los gobernadores, abre un capítulo que pudiera significar el fin de la alianza política que ha permitido a Felipe Calderón gobernar y sacar sus iniciativas en el Congreso. Las declaraciones del presidente nacional del PAN, Germán Martínez Cázares, sobre el fracaso de los gobiernos del PRI en el combate al narcotráfico y su intento de “rendición” ante el crimen organizado, fueron un mensaje directo que se derivó de la tensa reunión entre Calderón y los mandatarios priístas, y confirman que los ánimos quedaron caldeados desde aquella comida en la casa presidencial que terminó incendiada. Pero, ¿qué buscan Calderón y el PAN confrontándose en estos momentos con sus principales aliados políticos? Porque aunque haya razón en los señalamientos del líder panista sobre la herencia del narcotráfico que dejó el régimen del PRI —ciertamente agravado a niveles de caos en ocho años de presidencias del PAN—, las iniciativas y reformas que ha logrado sacar el Presidente en el Congreso, en materia de seguridad y combate al crimen organizado, no hubieran salido sin el voto a favor de los congresistas del priísmo, que le han dado a Calderón mayores hombres, armas y bases legales para ampliar la guerra legal contra narcos y criminales. ¿Por qué entonces el gobierno y su partido eligen este momento para enfocar sus dardos a la actuación de varios gobernadores priístas frente al problema del narcotráfico? Las presiones para que el gobierno mexicano escale en su guerra contra los cárteles de la droga son reales y provienen en buena parte de Estados Unidos. Desde que inició la campaña sobre el Estado fallido, hace algunos meses, junto con las opiniones, los análisis y las declaraciones de prominentes figuras de las élites políticas y militares de Washington corrían inquietantes preguntas: ¿cuándo caerán peces gordos? ¿Cuándo veremos caer a un narcogobernador? El propio gobierno calderonista tiene información de inteligencia militar que apunta a una lista de ocho gobernadores involucrados en diversos grados con el narco. Desde los que recibieron financiamiento en sus campañas, o los que lo reciben actualmente, hasta los que han “pactado” o “negociado” con los cárteles que operan en sus estados para darles libertad de acción y no meterse en sus actividades. Por ahí venía el reclamo directo que Calderón les hizo a los gobernadores del PRI que se reunieron con él en Los Pinos la semana pasada, el mismo que fue replicado por los priístas y que desató la ira presidencial. En la Sedena, al más alto nivel, han comentado con alcaldes la existencia de esas listas de narcogobernadores. En una ocasión, el secretario de la Defensa Nacional, Guillermo Galván, fue interrogado por un presidente municipal que, al escuchar al militar hablar de esa lista, le preguntó: “Con todo respeto, si lo saben, ¿por qué no actúan, mi general?”. La respuesta del titular de la Sedena fue breve pero contundente: “Acuérdese que yo no me mando solo. Yo recibo órdenes”. En la valoración que de esos informes de inteligencia militar han hecho en Los Pinos hay un cálculo claro de por qué no se podría actuar contra algunos de los gobernadores ubicados por la Defensa como “vinculados” al narco. “Se nos cae todo, la alianza con el PRI”, han comentado en la casa presidencial sobre ese tema. La pregunta sería si ese cálculo cambió en Los Pinos, y si —ya fuera por presiones externas o por un bien medido efecto electoral en las actuales campañas— un obús del tamaño de un pez gordo pudiera ser lanzado en las próximas semanas. NOTAS INDISCRETAS... Hablando de gobernadores, pésima señal lo ocurrido con el de Chihuahua, José Reyes Baeza. Aunque el mandatario intentó primero minimizar los hechos en los que murió su escolta personal, está claro que el atentado era en su contra. Que no se olvide Reyes Baeza que ya en una ocasión balearon a su antecesor, Patricio Martínez, por lo que, en lugar de tratar de tapar el sol con un dedo, debiera tomar las medidas necesarias... Por cierto, el atentado fallido se dio justo en medio del pleito declarativo que traía el gobernador con el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, y con la canciller Patricia Espinosa. Lo cual hace pensar en una vieja máxima: divide y vencerás. El problema es quién la está aplicando... Los dados retoman el paso. Escalera doble. |
jueves, 5 de marzo de 2009
Universal: García Soto
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