La organización ciudadana transformará al país, dice
Resistimos y creceremos, afirma López Obrador
En el Zócalo se rescató la memoria de un ''fraude histórico''
BLANCHE PETRICH
Otra vez el Zócalo lleno, como en las jornadas de resistencia del verano de 2006. Pero la escena, aunque parecida, no era igual, porque durante los meses transcurridos desde que se levantó el plantón de las 48 noches, en septiembre; desde que el panista Felipe Calderón asumió a duras penas la Presidencia con su ventaja de 0.5 por ciento ''mal habida'' el primero de diciembre, Andrés Manuel López Obrador rindió cuentas del esfuerzo en el que se ha metido de cabeza para construir lo que llamó ''la organización ciudadana más importante que se haya visto en la historia del país''. Por esto, en esta nueva movilización masiva los discursos ya no fueron sólo de denuncia de los votos robados, aunque sí de rescate de la memoria de un ''fraude histórico''. Desde el templete que se hizo tan familiar durante la crisis poselectoral del año pasado ya no dominaron los descalificativos contra el ''pelele'', sino privó el tema de la construcción de un proceso organizativo que, aclaró López Obrador, vendrá desde abajo, ''porque yo tengo, como ustedes, la convicción de que el cambio no se va a dar de arriba hacia abajo. Ya lo hemos visto, la llamada sociedad política está podrida''.
En esta tercera asamblea de la Convención Nacional Democrática, que es como el cuenco que da cabida al gabinete del gobierno lopezobradorista, a los representantes de los estados y los municipios y a las redes ciudadanas que participan en los trabajos de la futura organización, López Obrador informó sobre lo que ha hecho en los últimos meses: de los 2 mil 500 municipios del país, lleva recorridos 530. En cada uno lo que se hace ''no son visitas, sino ejercicio de información y diálogo''. Y en esas asambleas, juntos líder y seguidores, ''hemos examinado los sentimientos del pueblo y hemos decidido no claudicar, no rendirnos, sino seguir adelante y no permitir que se apague la llama de la esperanza''.
Tareas pendientes
Y definió las tareas que considera pendientes: ''Estamos creando la red nacional de representantes del gobierno legítimo, la base de la organización ciudadana para transformar el país''. Hay algunos datos duros de lo que se ha avanzado: un millón de personas se han inscrito en los módulos respectivos como representantes. Cada uno cuenta con su credencial. Muchos, en la explanada, buscan en el bolsillo y levantan el pequeño plástico para demostrar que es verdad.
El ex candidato presidencial les propone como meta lograr cuatro millones de inscripciones más en los próximos seis meses, para contar con cinco millones a fin de año: ''A los representantes que ya están acreditados y que estén dispuestos a colaborar activamente en esta tarea, les propongo que cada uno de ustedes convenza a cinco vecinos, amigos o compañeros de trabajo o estudio para que se acrediten. Hagamos todos la tarea. ¿Estamos de acuerdo, amigos y amigas?''
Como siempre, López Obrador recurre a la extraordinaria conexión que logra con los auditorios multitudinarios. ''Es un honor estar con Obrador'', es la consigna que vuelve por sus fueros, directa desde el corazón. El pregunta y la gente le contesta. Los manifestantes se expresan a su manera, con sus propias palabras plasmadas en cartulinas y mantas caseras. Insultan al ''usurpador'', despotrican contra la Ley del ISSSTE y contra el proyecto de reforma fiscal, refrendan su confianza en Andrés Manuel López Obrador y pregonan su decisión de mantener en pie de lucha su oposición al ''fraude electoral''.
''Ojo por ojo, diente por diente, no dejaremos cuenta pendiente''
Las mujeres, sobre todo las mayores, nuevamente se despliegan como el núcleo más duro y amoroso de la protesta, avanzando con esfuerzo por las calles congestionadas, rascando del fondo de las bolsas los pesos necesarios para juntar los cien que cuesta ''el libro del licenciado'', La mafia nos robó la Presidencia: sólo le han quitado una pluma a nuestro gallo. Ellas soportan las tres y hasta cuatro horas de pie bajo el sol, reaccionando con emoción cuando las banderas se agitan, señal de que la descubierta de la marcha ya ha llegado: ''¡Presidente, presidente!''
Sobre la plancha del Zócalo la muchedumbre escucha con atención las palabras de López Obrador. A veces estallan los brotes de pequeñas batallas, porque hay algunos previsores que quieren desplegar sus sombrillas para protegerse del sol y hay otros que se molestan, porque los primeros les tapan la vista.
Esta vez la tribu de Nueva Izquierda hace gala de su capacidad de movilización. Sus columnas con grandes banderas avanzan por todas direcciones. Pero los grupos corporativos, que siempre los hay, son los menos. Las secciones de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y los delegados de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, hoy día los grupos más combativos del espectro de la oposición, hacen acto de presencia discreta, sin columnas dominantes. Los traslados desde los estados aportan varias decenas de miles a la manifestación: Morelos, Guerrero y Puebla, los que la tienen fácil; Chiapas, Chihuahua y Sonora, los que se sacrifican en largos trayectos de autobús. Están los de siempre y algunos nuevos.
Jesusa Rodríguez, maestra de ceremonias, anuncia que por primera vez viene un contingente de mayas de la zona de Tulum, Carrillo Puerto y Kobá, de Quintana Roo. Irredentos mayas macehuales en la ciudad capital.
Llegan al fin al pie del templete Alejandro Encinas y Asa Cristina Laurell, rojos por la asoleada, la caminata y la emoción. López Obrador se demora porque estrecha las manos que le extiende la gente. Parte de su gabinete lo acompaña; otros ya lo esperan en la tarima, nuevamente saturada por más de 100 personeros de la izquierda, que a codazos pelean un lugar cerca del líder. Rosario Ibarra de Piedra y Elena Poniatowska a duras penas logran conservar su sitio.
Los tres líderes del Frente Amplio Progresista toman la palabra. Alberto Anaya, del Partido del Trabajo, y Dante Delgado, de Convergencia, aseguran que ''hoy más que nunca'' hay unidad en torno a los objetivos frentistas, pero olvidan tocar el tema que en el discurso de López Obrador, minutos más tarde, se convertiría en una ''respetuosa petición'' a los partidos del frente y a sus diputados y senadores: cero negociación con los partidos del sistema en torno a las reformas calderonistas. Únicamente Leonel Cota, del PRD, se acordó de hacer una referencia concreta, al afirmar: ''No podemos estar en una actitud colaboracionista con un gobierno corrupto.''
En el aire quedan las dudas sobre cómo se articulan en el día a día de la política los intereses de las distintas instancias que en ese momento se daban codazos en el templete: líderes del Frente Amplio, estructuras incipientes de la Convención Nacional Democrática, autoridades de diversos niveles, jefes de las todavía poderosas tribus perredistas (Jesús Ortega y Dolores Padierna, presentes), figuras del primer círculo de López Obrador, los 12 del ''gabinete legítimo'', pesos pesados como Porfirio Muñoz Ledo y Manuel Camacho, pesos pluma, como algunos representantes populares que pugnan por hacerse oír; todo un conjunto que, a simple vista, no se mira como un equipo armónico.
Quizá por eso fue designada Elena Poniatowska, voz por encima de toda sospecha, con el brillo de su más reciente trofeo, el premio Rómulo Gallegos, para leer ante la asamblea las conclusiones del foro nacional Testimonios del Fraude Electoral, documento que concluye con un llamado desesperado para que los partidos del Frente Amplio ''se opongan terminantemente'' a la destrucción de las boletas electorales de 2006.
''Contra el olvido que pregonan los defraudadores, opongamos el ejercicio crítico de la memoria tejida con los hilos inquebrantables de la historia'', concluyó la laureada escritora, aquella a quien el presidente nacional panista, Manuel Espino, alguna vez llamó ''esa pobre señora''.
El primer aniversario del 2 de julio, que los presentes vivieron en 2006 como una de las jornadas más negras de nuestra historia contemporánea, cerró con la evidencia constatada por López Obrador: ''No han podido destruir nuestro movimiento. Hemos resistido y creceremos. En contraste, nuestros adversarios no podrían sostenerse sin los medios de comunicación. ¿Qué sería del pelele sin la tele?'' Y esa fue una inyección de optimismo que la gente llevó en la sonrisa mientras se dispersaba por el Centro Histórico.
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