El pacto de Los Pinos |
El acuerdo de “no agresión” se selló: los priístas no cuestionarían la capacidad del gobierno para enfrentar la violencia y el Presidente no interferiría en las elecciones |
Entre el presidente Calderón y el PRI sí está operando el “pacto de no agresión” que ambos acordaron verbalmente el pasado 17 de febrero en aquella ríspida reunión en la casa presidencial. Tras el encontronazo que se produjo en ese encuentro entre el jefe del Ejecutivo y los miembros de la cúpula priísta por el tema de la guerra contra el narco, al final, cuando los ánimos se serenaron, Calderón y los dirigentes y gobernadores del viejo partido pactaron un “trato civilizado” en las próximas campañas. Gobernadores presentes en aquel encuentro confirman que tras las diferencias que surgieron en la plática convocada por el Presidente, y que desataron por momentos la ira presidencial, hubo al final un espacio de calma para concretar el objetivo para el que se reunieron aquel día: un acuerdo para que la guerra electoral que ya inició no rompiera los entendimientos políticos entre el priísmo y la administración calderonista. En ese entendido salieron las dos partes aquella tarde en la que después de la tempestada llegó la calma. El acuerdo de “no agresión” se selló en términos de que los priístas no cuestionarían la capacidad del gobierno para enfrentar el desafío de la violencia del narcotráfico, y el Presidente, a su vez, se comprometía a no interferir en las elecciones y a ordenar a todos sus secretarios y dependencias que no se metieran al proceso electoral. Los gobernadores y la dirigencia del PRI comenzaron a hacer su parte cuando, por aquellos días, hubo varias declaraciones de apoyo de mandatarios priístas a la “valiente lucha que libra el presidente Calderón contra la delincuencia y que nosotros apoyamos”, así se escuchó a expresarse al gobernador de Tamaulipas, Eugenio Hernández; al de Veracruz, Fidel Herrera; y apenas el miércoles pasado, a la dirigente nacional Beatriz Paredes, en el evento del festejo del 80 aniversario del priísmo. Pero mientras Calderón y los priístas cumplían el pacto, desde el CEN del PAN Germán Martínez enfocaba sus baterías contra los priístas y sorprendía a los del tricolor, que comenzaban a preguntarse ¿qué pasó con el pacto? En Los Pinos, la reacción ante el dicho de Germán no fue tan sorpresiva. De alguna manera, el Presidente y Germán habían hablado de “separar” la estrategia del gobierno y del partido en estos comicios, y fue en esa lógica que Martínez se lanzó por la libre a pegarle al PRI, que es claramente el “enemigo a vencer”. El problema fue que la escaramuza lanzada por el líder nacional panista en un primer momento sí metió ruido al PRI. Varios gobernadores priístas llamaron a Beatriz Paredes para preguntarle qué pasaba y si el presidente Calderón no los había engañado y estaba rompiendo el “pacto de no agresión”. Esos mismos mandatarios le exigían a la lideresa nacional que respondiera a los ataques de Germán, y por esa presión salió aquella declaración de Jesús Murillo en la que tachó de “estúpidas” las declaraciones del líder panista. En Los Pinos operaron de inmediato para deslindarse de la estrategia de Germán. “El Presidente mantiene su pacto y no comparte la estrategia de golpeteo del partido”, respondieron a los priístas en la casa presidencial. La molestia al interior de la cúpula tricolor hizo que algunos sugirieran que había un “doble juego” y un “doble lenguaje” del Presidente, que mientras él los convocaba a pactar, mandaba a Martínez Cázares a golpearlos. La tensión se aligeró ante la operación de Los Pinos y de la dirigencia priísta. El pacto de no agresión se reafirmó, pero se aclaró que eso no incluía al CEN del PAN, que seguiría moviéndose en la lógica electoral y buscando confrontar a quienes aparecen como punteros en las encuestas rumbo a la elección intermedia de julio. Así llegaron los priístas a sus festejos de aniversario el miércoles en Querétaro. Ahí, los gobernadores, Paredes, Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa establecieron como estrategia no responder más a los ataques de Germán Martínez. “No vamos a caer en su juego, porque lo que busca es subirnos al ring y con el debate detener la caída estrepitosa del PAN en las encuestas”, dijo a esta columna uno de los que participaron en el cónclave priísta que definió no entrar a la pugna directa con el panismo. El problema para los priístas es que a Germán Martínez no le queda otra vía para frenar el ascenso del PRI. Golpear al viejo partido y a sus principales figuras es la única vía que tendrá el PAN para intentar impedir que se concrete la posibilidad real de una mayoría absoluta del viejo partido en San Lázaro. Por eso el dirigente panista afirma que él no cesará en esa estrategia “por más pactos que hagan en Los Pinos”. Para Martínez, “el Presidente gobierna el país y yo cuido al partido”, por lo que su guerra contra los priístas continuará. Será cuestión de ver las armas que trae el joven dirigente panista y si la indiferencia y el “hielo” que le decretaron los del PRI resiste los varios disparos más que tienen planeados desde el CEN blanquiazul. NOTAS INDISCRETAS... La guerra sucia desatada en Colima y el enfrentamiento de dos bloques que se disputan la nominación han empantanado la designación del candidato del PRI a la gubernatura y amenaza con fracturar al sólido priísmo colimense. De un lado está el gobernador Silverio Cavazos con su cuestionado candidato Mario Anguiano, a quien Proceso señala por presuntos vínculos con el narcotráfico, y del otro están Beatriz Paredes y Fernando Moreno Peña, que impulsan desde el CEN la postulación de Arnoldo Ochoa. La designación lleva tres semanas de retraso y ha desatado ya una fuerte lucha interna en el priísmo estatal que está tomando niveles de ruptura. Tanto que, después de las denuncias contra su “delfín” Anguiano, el gobernador Cavazos perdió los estribos y se le lanzó a la yugular al senador colimense Jesús Dueñas Llerenas, a quien Silverio señaló como “operador financiero de un narcotraficante de apodo El Paletero”, a quien el propio mandatario ligó con el presunto narco Germán Torres Anguiano, quien murió ejecutado en Guadalajara. Y si el gobernador sabía eso antes, ¿por qué no lo denunció? Por lo pronto, uno de los pocos estados donde el PRI mantenía intacto su cacicazgo empieza a crujir entre escándalos de narcopolítica y una feroz disputa de poder entre los priístas… Los dados agradecen todas las muestras de afecto y las buenas vibras por las cumplidas cuatro décadas de quien escribe. Nos regalaron una escalera doble. |
sábado, 7 de marzo de 2009
Universal: García Soto
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