■ Advierte sobre tendencias al autoritarismo, al recibir la medalla Belisario Domínguez
Fortalecer las libertades públicas y emitir ley de amnistía, exige Granados Chapa
■ Demanda atender reclamos, no criminalizar la protesta e impedir que la sociedad se disuelva
Miguel Ángel Granados Chapa recibe la medalla Belisario Domínguez del presidente de la Cámara de Senadores, Gustavo Madero; como testigo de honor, Felipe Calderón, jefe del Ejecutivo federal Foto: José Carlo González
Protesta de la senadora Rosario Ibarra de Piedra, durante la ceremonia en el recinto de la calle Xicoténcatl Foto: Germán Romero
Una vez que recibió la medalla Belisario Domínguez en su edición 2008 y el reconocimiento de los tres poderes de la Unión, el periodista Miguel Ángel Granados Chapa advirtió sobre el crecimiento de “tendencias al autoritarismo, a la criminalización de la protesta social, a la guerra sucia enderezada no sólo contra los opositores al régimen, sino contra ciudadanos en reclamo de sus derechos”.
Ante el jefe del Ejecutivo federal, Felipe Calderón, que ayer asistió exclusivamente como testigo de honor, ya que fue el presidente de la mesa directiva, el panista Gustavo Madero, quien entregó la presea al galardonado, el maestro Granados Chapa reivindicó las movilizaciones sociales, demandó fortalecer las libertades públicas y emitir una ley de amnistía “que haga salir de las cárceles a los presos políticos que hoy mismo, como en los peores tiempos del autoritarismo, padecen prisión injusta”.
Durante la sesión solemne de la Cámara de Senadores, a la que asistieron los presidentes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y de la Cámara de Diputados, Guillermo Ortiz Mayagoitia y César Duarte Jáquez, respectivamente; integrantes de la academia, como el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), José Narro; intelectuales, y miembros del gremio periodístico, la mayoría de los senadores del PRD decidió estar presente para acompañar a Granados Chapa.
Lo hicieron previo acuerdo con PAN y PRI de que Calderón asistiría, como indica el artículo 100 de la Ley Orgánica del Congreso, sólo como invitado, sin que los perredistas tuvieran que saludarlo, sin fotos, sin participar en las comisiones para recibirlo y sin que fuera él el encargado de entregar el diploma y la medalla Belisario Domínguez.
Protesta en solitario
En ese contexto, Calderón se presentó en el Senado por segunda vez, y si bien los perredistas no lo increparon, apenas ocupó su lugar se escuchó el grito: “¡Es un honor estar con Obrador!”, que lanzó la periodista Andrea Fernández, hija del fallecido cronista deportivo Ángel Fernández.
Ricardo Monreal, Rosalinda López y Salomón Jara no aceptaron estar en el mismo sitio “que el espurio”, como declararon más tarde, y la senadora Rosario Ibarra, quien sí asistió, colocó en su escaño un cartel de Andrés Manuel López Obrador con la leyenda: “presidente legítimo”, visible desde la tribuna donde Calderón escuchó la proclama que Belisario Domínguez leyó, también ante la tribuna del Senado, en 1913, antes de ser asesinado por órdenes de Victoriano Huerta.
Al hablar en nombre del Senado, la perredista María Rojo se dirigió a “los señores titulares de los poderes de la Unión” para no referirse a Calderón por su nombre.
Expresó que a lo largo de su carrera, como conocedor de la historia, periodista, profesor, expositor y analista de nuestra realidad, el maestro Granados Chapa ha demostrado su congruencia en busca de la verdad.
“Si existiera alguna duda al respecto, para despejarla habría que referirse a la masiva participación de la comunidad cultural y de la sociedad civil mexicana y a la unánime aceptación de la propuesta para ser reconocido por el Senado mexicano.”
Rojo resaltó también que Belisario Domínguez es hoy un símbolo, porque fue un hombre honesto, íntegro y consecuente con sus principios, como lo es Miguel Ángel Granados Chapa, “un ejemplo de que se puede vivir con honradez, con dignidad, con limpieza, comprometiéndose a un tiempo con las causas justas, sin alejarse de la verdad”.
En su turno, Granados Chapa recordó que el doctor Domínguez era miembro del Senado cuando “arrostró con plena conciencia su muerte, con tal de expresar sus convicciones, su condena al régimen usurpador y criminal de Victoriano Huerta”.
Se refirió a las movilizaciones sociales y pidió no demonizarlas, sino reconocer y valorar sus cualidades motrices. “La gente en la calle, las multitudes que clamaron contra la inseguridad, impulsaron la presentación de iniciativas de reforma legal, de creación de nuevos instrumentos contra el hampa”.
La calidad del proceso legislativo acerca de la reforma de Petróleos Mexicanos sería otra, señaló, de no haberla precedido el amplio debate nacional sobre un tema “que, como pocos, hoy no puede ser abordado sin la presencia de la sociedad”. Hoy, juntos, legisladores y la gente, dirán “lo que hay que hacer para poner al día, en estricto apego a la Constitución, la industria petrolera nacional”.
Granados Chapa insistió: “esas libertades públicas requieren un fortalecimiento que impida retrocesos dañinos para la convivencia nacional”.
El autor de la columna Plaza Pública instó a los senadores a mejorar la legislación contra la desaparición forzada de personas, “que afecta hoy a decenas, cientos quizá de mexicanos a quienes autoridades federales o locales levantaron como si fueran los captores delincuentes, es decir, los detuvieron pero no los sometieron a juicio, como deben proceder de acuerdo con la ley, y acaso los privaron de la vida, como lo hacen los matones profesionales”.
Se requiere, dijo, una legislación que haga al Estado “cumplidor de la ley y no su infractor en perjuicio de los ciudadanos”, que sería “admirablemente completada por una ley de amnistía”.
“Bravo”, gritó desde su escaño el senador Pablo Gómez, y todos los perredistas presentes se pusieron de pie para aplaudir a Granados Chapa, quien concluyó su discurso con la advertencia de que, pese a la situación actual y a la difusión de un ánimo de desesperanza, el desenlace no es inexorable.
“No nos deslicemos a la desgracia, menos aún caigamos de súbito en su abismo. Cada quien desde su sitio, sin perder sus convicciones, pero sin convertirlas en dogma que impida el diálogo, impidamos que la sociedad se disuelva.”
Granados Chapa recibió un gran aplauso por varios minutos que le tributaron de pie senadores de todas las fuerzas políticas e invitados especiales, desde el rector de la UNAM, el ex senador Javier Corral y dirigente de la Asociación Mexicana del Derecho a la Información y la periodista Carmen Aristegui, hasta el actor Daniel Jiménez Cacho, José Agustín Ortiz Pinchetti, Francisco José Paoli y sus familiares.
Acompañado por Calderón y Madero, Granados Chapa salió del recinto para la develación de su nombre en el muro de honor de la medalla Belisario Domínguez y montar guardia frente a la estatua del senador sacrificado por Victoriano Huerta.
Una vez que Calderón y el Estado Mayor Presidencial abandonaron el recinto, Granados Chapa fue asediado por legisladores, comunicadores, ex alumnos y personal del Senado que lo abrazaron y felicitaron en reconocimiento a una vida dedicada al periodismo.
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