Astillero
Julio Hernández López Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
■ Pemexovejuna
■ ¿Quién vendió Petróleos?
■ Escorts empresariales
■ Todo, ya
Que dice el licenciado Calderón que mejor él no se echa la bronca de la iniciativa de reformas energéticas y que mejor sean todos, o muchos, o de perdida varios pero con membretes diferentes. Fe Lope de Vega adapta a su conveniencia la historia del comendador abusivo al que el pueblo ajusticia y pretende que no haya culpables o, más bien, que lo sean todos los más posibles (aunque acaben siendo poquitos), sean capaces o no de cobrar comisiones por contratos con extranjeros: “¿Quién vendió Pemex?/ Fuenteovejuna, señor/ ¿Quién es Fuenteovejuna?/ Calderón, Mouriño, Kessel, Reyes Heroles júnior, Beltrones, Gamboa, Halliburton, Exxon, Mobil, etcétera pero, en realidad (o al menos así lo pretende el antedicho licenciado Calderón): Todos a una, señor”. Súbita pasión democrática que en realidad es una torpe intención de repartir entre muchos la responsabilidad histórica de convertir la riqueza nacional en negocio de unos cuantos. ¡Oh, sí, pueblo, Congreso y gobierno unidos en un solo ideal! ¡Que todo mexicano pueda firmar contratos familiares cual si se apellidara Mouriño! ¡Piensa, oh patria querida, que el cielo una iniciativa de reforma en cada hijo te dio!
La secretaria Caldera (Kessel) y el licenciado Chucho Reyes González (Reyes-Heroles González-Garza) comparecieron ayer mediante boletines, diagnósticos, resúmenes y conferencias de prensa para dar a conocer diagnósticos y propuestas con los que quieren colocar las sabidas pretensiones privatizadoras en condición de tesorito que debe ser extraído de las aguas profundas por alianzas dizque sociales y partidistas. Jugada maestra del Jardín de Niños Los Pinos: si nadie es responsable de la iniciativa privatizadora, ¿a quien le montarán comandos cívicos los opositores a partir de ahora desarmados por la pluralidad Fuenteovejuna? Si entre muchos es repartido el nombre de Antonio López de Santa Anna, ¿de a cuántas millonésimas de letra le tocará a cada cual y, por tanto, a quién le armarán panchos nacionalistas los defensores del petróleo y el redivivo Lázaro Cárdenas del trópico, mejor conocido como López Obrador? (Un detallazo más estuvo a cargo del antes mencionado Chucho Reyes, al negarse a considerar todo lo que ayer dio a conocer, junto a la doctora K, como una iniciativa, pues todo ese rollotote nada más sería, según eso, un análisis que podría “ayudar a definir los contenidos de una reforma” en un proceso “de intercambio cotidiano con otros actores políticos, en particular en el seno del Congreso de la Unión”. Chido.)
Otra genialidad pinolera es darle a las solemnidades empresariales un viso virtualmente doméstico: ya no se propone que haya alianzas, asociaciones estratégicas o convenios determinados para enfrentar “el reto que implica acceder a yacimientos en aguas profundas”, sino, simplemente, “es necesario que Pemex pueda hacerse acompañar de otras empresas al desarrollar diversas actividades propias de su giro”. La recurrencia a cierto tipo de acompañantes (escorts) ya provocó desgracias políticas en quien era gobernador del estado de Nueva York, pero la moralidad panadera mexicana no tiene miedo de esas tentaciones cobrables por hora y, en cambio, se imagina diálogos empresariales enternecedores: “Amiga Repsol, ¿me acompaña a ver si encontramos algún tesoro en el charco que está a un lado de la casa?” “Con mucho gusto, amiguito Pemex, para eso están los amigos, para acompañarse cuando hace falta, sin ningún otro interés”.
Y el sentido de la urgencia global que convertiría en pecado patrio el tardarse en aprobar que haya esos acompañamientos externos (véase, dice el calderonismo, cómo se han dejado de ganar tantas decenas de miles de millones de dólares en años pasados, pero no por irresponsabilidad de los gobiernos o por taimada táctica devaluatoria de la paraestatal, sino porque nunca antes se han hecho los “cambios” ahora propuestos): “La ejecución de estos proyectos en un plazo tan corto es una tarea compleja. El reto es hacerlo todo al mismo tiempo”, dijo la doctora Caldera en el rubro referido a refinación. ¿Por qué todo al mismo tiempo? Pues, porque así se cree que se vuelve absolutamente necesario abrir las puertas a capitales privados, extranjeros y nacionales. Tantas décadas de abandono y corrupción no pueden ser enfrentadas –según los planes felipillos– más que con una estrategia tan “compleja” que requiera de ayudas diversificadas. Calderón sabe de lo que habla: el panismo hecho gobierno federal llevó a Pemex del sexto lugar mundial al noveno en 2004 y al decimoprimero en 2007, así es que sin lugar a dudas la caída seguiría si antes no le quitan algunos acompañantes extranjeros el control a ese panismo rapaz.
El planteamiento elusivo, buscador de compañías y urgentemente impreciso (todo al mismo tiempo, porque no hay una sola forma de hacer las cosas, sino muchas), trata de dar espacio al priísmo beltrónico que ya quiere encargarse de la operación del asunto porque ve demasiadas torpezas en el actuar del Kinder Kalder y, al mismo tiempo, busca dar sustento a un alegato antiprotestas que se parapete tras la presunta participación colectiva en el diseño de una iniciativa que no sería responsabilidad de quien oficialmente dice gobernar el país sino, oh, la gran democracia mexicana, de todos los habitantes de la nueva República de Fuenteovejuna al revés.
Y, mientras se pone ahora el miércoles como nueva fecha para posibles resultados oficiales de la elección de presidente nacional del PRD (y aparece simultáneamente en diversas columnas periodísticas la versión de que un interinato podría ser ocupado por Batel C. Lázaro), ¡hasta mañana, en esta columna que ve al micropartido Alternativa Socialdemócrata pelear entre bandos tan malo uno como el otro: de un lado, Patricia Marketing y, del otro, Alberto Begné; pleitos sin contenido ideológico ni base social, meros pataleos tramposos en busca de controlar el aparato institucional para aprovechar recursos económicos, dividir por encargo a la izquierda en momentos importantes y vender “alianzas” con partidos o personajes mayores!
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